Cuántas veces al ver una rosa
me he detenido a pensar
en su forma, en su olor, en la
suavidad de sus pétalos...
en la perfección de su
estructura...
y me pregunto qué tendría en
mente su Creador,
al momento de crear tanta
perfección.
¿Sólo para deleitar el corazón
del ser humano
o tal vez para adornar
latierra?
Pero estas son preguntas a las
que no le encuentro respuesta
alguna; sin embargo, ahi
permanecen
y cada vez que ante
mi
tengo una de ellas, la
disfruto, la palpo,
la siento, no en mis manos, no
en mi piel...
Es con los ojos del corazón,
con esos ojos que perciben su
hermosura,
con esos ojos capaces de
tocar, de saborear,
de escudriñar con los cinco
sentidos los misterios del mundo,
porque lo que percibe el
corazón,
no lo perciben los otros
sentidos.
Entonces... esa rosa me
conquista y me toma,
porque los ojos del corazón la
hacen suya.
Y como una rosa, perfecta en
su forma, perfecta en su olor
y en su tacto, perfecta en su
capacidad para sublimizar el instante...
así son los ojos del corazón,
porque con ellos he aprendido a detectar el
amor;
a percibir la envidia, a
palpar y sufrir por el odio y la traición.
Son ellos los que me han dicho
¡Detente!!;
son ellos los que me han
mostrado esa isla lejana,
donde habita el bien;
son ellos
los que me han aconsejado la
senda a seguir,
así muchas veces, terca en mi
sentir,
haya equivocado el
camino.
En esos ojos del
corazón
a/d