Cualquier dolor que deba sufrirse viene primero. Instintivamente se lucha por vivir.
Eso es automático.
Es inconcebible para la mente conciente que pueda existir cualquier otra realidad fuera de la materia terrestre circunscrita por el tiempo y el espacio. Estamos acostumbrados a ello. Estamos entrenados, desde nuestro nacimiento, para vivir y desarrollarnos en ella. Conocemos que somos nosotros mismos por el estímulo externo que recibimos. La vida nos dice quienes somos y lo aceptamos así. Eso, también, es automático y debe ser esperado así.
El cuerpo se torna fláccido. El corazón se detiene. No fluye aire ni hacia adentro ni hacia fuera.
Se pierde la vista, el sentimiento y el movimiento – aunque la habilidad de escuchar es la última que se pierde. La identidad cesa. El “tú” que alguna vez fuiste se convierte solo en una memoria.
No hay dolor en el momento de la muerte.
Sólo silencio apacible…calma…silencio.
Pero tú todavía existes.
Es fácil no respirar. De hecho, es más fácil, más cómodo e infinitamente más natural no respirar que respirar. La mayor sorpresa para la mayoría de las personas que están muriendo es darse cuenta que morir no finaliza la vida. Venga oscuridad o venga luz; o algún tipo de evento, sea positivo o negativo o algo en el medio, esperado o no, la mayor sorpresa de todas es darse cuenta que tú eres todavía tú. Todavía puedes pensar, todavía puedes ver, oír, moverte, razonar, preguntarte, sentir, preguntar y decir chistes – si lo deseas.
Todavía estas vivo, muy vivo. Realmente, estás más vivo después de la muerte que en cualquier momento desde que naciste. Sólo que la manera de todo esto es diferente; diferente porque ya no vistes un cuerpo denso para filtrar y amplificar las diferentes sensaciones que una vez viste como los únicos indicadores válidos de lo que constituye la vida. Siempre te habían enseñado que se debe vestir un cuerpo para vivir.
Si esperas morir cuando mueras, te decepcionarás. La única cosa que el morir hace es ayudarte a soltar, a quitar el susurro y a descartar la “chaqueta” que una vez vestiste (más comúnmente referida como el cuerpo).
Cuando mueres pierdes tu cuerpo. Eso es todo lo que pasa. Nada más se pierde. Tú no eres tu cuerpo. Es sólo algo que usas por un momento, porque vivir en el plano terrestre es infinitamente más significativo y más involucrado si estás encerrado en sus trampas y sujeto a sus reglas.
LO QUE ES LA MUERTE
Hay un aumento de energía al momento de morir, un aumento en la velocidad, como si repentinamente estuvieras vibrando más rápido que antes. Utilizando un radio como analogía, este aumento de velocidad es comparable a haber vivido toda tu vida en una cierta frecuencia de radio cuando repentinamente alguien o algo viene y cambia el dial. Ese movimiento te cambia a otra longitud de onda superior. La frecuencia original donde una vez exististe esta todavía allí. No cambió. Todo es aún lo mismo que era antes. Sólo tú cambiaste, solo tú aceleraste para permitir la entrada hacia la próxima frecuencia de radio en el dial.
Como sucede con todos los radios y las estaciones de radio, pueden presentarse distorsiones de las señales de transmisión debido a patrones de interferencia. Estos pueden permitir o forzar a las frecuencias a coexistir o a mezclarse por períodos de tiempo. Normalmente, la mayoría de los cambios en el dial son rápidos y eficientes pero, ocasionalmente, uno puede encontrar interferencia quizá de una emoción fuerte, de un sentido del deber o de una necesidad de cumplir con un voto o mantener una promesa. Esta interferencia puede permitir la coexistencia de frecuencias por unos pocos segundos, días o aún años (quizá eso explica los fantasmas o aparecidos); pero más tarde o más temprano, eventualmente, cada frecuencia dada de vibración, perseguirá o será empujada hacia donde pertenece.
Tú encajas en tu punto particular del dial debido a tu velocidad de vibración. No puedes coexistir para siempre en donde no perteneces. ¿Quién puede decir cuántos puntos hay en el dial o cuántas frecuencias hay para habitar? Nadie lo sabe. Al morir cambias frecuencias. Cambias sobre otra longitud de onda en la vida. Todavía eres un punto en el dial pero te mueves un grado hacia arriba o hacia abajo.
Tú no mueres cuando mueres. Tú cambias tu conciencia y tu velocidad de vibración.
Eso es todo lo que la muerte es…un cambio.