Una de las cosas que mas me gustan es observar el mar, nunca me canso de hacerlo, ver las olas con luces diferentes me hace descubrir paisajes nuevos que antes nunca vi, lo que me hace ser una incansable curiosa buscando siempre entre luces y sombras aspectos nuevos de las mismas cosas.
Ahora que el día dura poco y se va en un abrir y cerrar de ojos, vi a media tarde como la luz tangente del sol dibujaba un arco iris en la pared, tenia sobre esa luz proyectada un cuadro que pintara mi hermana, baje el cuadro hasta llegar al reflejo y me senté mirando como la luz del atardecer se paseaba sobre otra luz atrapada en otra ocasión.
Disfrute de la sensación de ver la obra con la propia luz que fue creada y me traslade instintivamente a la playa, poco a poco ahora un par de horas más tarde abrí totalmente los ojos y en un ejercicio intimo como segundo a segundo iba cambiando la luz sobre el horizonte, desde el color amarillo dorado por donde el sol se iba apagando hasta el color rojo cereza a su alrededor, al este las rocas sobre el azul marino eran solo siluetas y al este la luz eran colores calidos que casi cada instante palidecían el rojo se hizo grana y fue aumentando su mezcla de azul ultramar, hasta ser solo un suave trazo sobre el horizonte.
Así fui, sintiendo el color casi en la piel, hasta que se ha hecho ahora de noche y alguna estrella se deja ver… El mar me atrapa y me envuelve en una melodía que solo percibo yo.