Una tarde, mi hijo llegó a casa de vuelta de la escuela, y me preguntó:
- ¿Las personas son todas iguales aunque su piel sea de color diferente?
Pensé durante un momento, entonces le dije:
- Te voy a explicar, si tú pudieras esperar, haré una parada rápida en el almacén. Tengo algo interesante para mostrarte.
En el almacén, le dije que necesitábamos comprar manzanas.
Fuimos a la sección de frutas donde compramos algunas manzanas rojas, manzanas verdes y manzanas amarillas.
En casa, mientras poníamos las manzanas en la frutera, dije a mi hijo.
- Ahora yo puedo responder su pregunta.
Coloqué una manzana de cada tipo sobre la mesa: primero una manzana roja, seguida por una manzana verde y luego una manzana amarilla. Entonces mire a mi hijo, estaba sentado al otro lado de la mesa y dije:
Hijo, las personas son como esas manzanas. Todas tienen colores, formas y tamaños diferentes. Mira, algunas fueron golpeadas y están machucadas. Por fuera no podemos garantizar que estén tan deliciosas como las otras.
Mientras yo estaba hablando. Mi hijo estaba examinando cada una de ellas, cuidadosamente. Entonces tomé una de ellas, la pelé y coloqué sobre la mesa, pero en lugares diferentes y pregunte:
- Está bien, hijo, dime cual es la manzana roja, la manzana verde y la manzana amarilla.
Y él dijo:
- Yo no puedo hablar. Ahora ellas me parecen todas iguales.
De una mordida en cada una.
Ve si eso te ayuda a descubrir cual es cual.
Dio grandes mordidas, y entonces una sonrisa enorme se estampó en su rostro cuando me dijo:
- ¡Las personas son como las manzanas!
Son todas diferentes, pero sólo por fuera. Por dentro son iguales.
- ¡Cierto! Asentí. Cada persona tiene su propia personalidad, pero son, básicamente, iguales.
Él entendió totalmente. Yo no necesité decir ni hacer ninguna cosa más. Y ahora, cuando muerdo una manzana, les siento un sabor un poco más dulce que antes.`