Estábamos solos ella y yo...ella lucía aquel pelo tan suave y sus hermosos y grandes ojos marrón.
Yo sabía exactamente lo que ella quería, desplacé mis dedos por la suave piel de sus finas piernas, corrí mis dedos por su espina dorsal, poco a poco llegué a posar mis manos en sus senos.
Recuerdo mi temor, mi corazón latía muy rápido, pero finalmente ella se abrió de piernas y yo, con sumo cuidado, me puse en acción... y ya no paré hasta que aquel líquido blanco dejó de manar.
Fue mi primera vez.....
¡Al fin había conseguido ordeñar una vaca!
Mal pensados ¡¡