En una playa del norte se encontró una mancha de silencio sobre una duna. Cerca, tras la hermosa montaña de arena, estaban esparcidos pedazos de memorias llenos de recuerdos. El mar, cubierto de luto, retiró todas las olas. Naufragaban por la playa, lágrimas que parecían perdidas. Cerca de aquella mancha había un pecho abierto y seco.
Fuentes próximas declararon que vieron un corazón de piedra que corría loco intentando atrapar la brisa que llegaba de lejos, pero al anochecer desapareció en el cielo.
Un caso como mínimo insólito porque hasta ese día la bandera era un poema, por lo que no cabía esperar tan aterrador grito en un momento como este.
Antes del cierre de esta redacción, se supo que el silencio aún está vivo y que se encuentra en un lugar seguro a la espera de un calor compatible que según consta solo existe en un abrazo humano.