Érase una vez una niña llamada Ana, a la que le gustaba mucho montar en bicicleta. Ana siempre llevaba sombrero, y vivía en una casa de campo cercana a un bosque muy verde y bonito.
Ana solía dar paseos con su bicicleta por las afueras del bosque, ya que su madre le había dicho que nunca se metiera dentro del bosque porque podría ser peligroso.
Pero un día, hacía mucho viento y el sombrero de Ana salió por los aires dirigiéndose hacia el interior del bosque. Ana pensaba que el sombrero volvería de nuevo, pero lo vio desaparecer como si el bosque se lo tragara…
Ana, muy disgustada y haciendo caso omiso de lo que le dijo su madre, se adentró en el bosque para buscar su sombrero.
Cuál fue su sorpresa cuando alguien le tocó la espalda y le dijo: “Ana, soy tu hada madrina, y siempre he vivido aquí para protegerte el día que entraras en el bosque, ya que este bosque está encantado y hay que tener mucho cuidado“.
El hada del bosque siguió hablando y le dijo a Ana: “Ahora quédate aquí, que yo voy a buscar tu sombrero“.
Ana, todavía impresionada por ver a su hada madrina, se quedó inmóvil, esperando a que el hada volviera para sacarla de nuevo del bosque.
Pero de repente, Ana empezó a oír ruidos extraños y vio como un pájaro gigantesco la agarraba por la espalda y se la llevaba. Pero su hada madrina, después de encontrar el sombrero de Ana, oyó los gritos, y salió volando en su caballo mágico en busca de Ana.
El hada del bosque echó unos polvos mágicos al malvado pájaro, y consiguió rescatar a Ana y dejarla de regreso en su casa.
Así Ana comprendió que no debía desobedecer a su madre nunca más, y como era muy inteligente pensó: “los mayores se dan cuenta de peligros que los niños no vemos“.
FIN