No hay como una madre para:
1. Ayudar a desarrollar la capacidad afectiva de los hijos.
Las madres deben demostrar que tratar bien a la gente (con amabilidad y cortesía) es tan importante como tener éxito en la escuela y los deportes.
Los niños que aprender a dar y recibir afecto adquieren“inteligencia emocional”; es decir, la capacidad de darse cuenta de las necesidades de los demás. Estas personan tienen mayores probabilidades de triunfar en la vida. Incentivar a un hijo que llame por teléfono a su compañero de colegio que está enfermo puede ser un buen comienzo, es probable que tenga como respuesta de su hijo que apenas se conocen, que no son amigos, etc. Pero esa llamada puede ser el comienzo de una estrecha amistad, y el entendimiento que la amistad puede nacer de prestar atención a los demás, no de que los demás le presten atención a uno.
2. Elogiar en lugar de dar reprimendas.
Todos sabemos que el elogio obra maravillas en la gente. Por otro lado, la crítica excesiva puede producir chicos siempre que siempre estén insatisfechos consigo mismos y que teman correr los riesgos que conducen al logro de los objetivos. Mucho profesionales afirman que hay dos maneras de elogiar; una incorrecta y otra correcta. Si bien muchos padres de familia critican a sus hijos con lujo de detalles, sus elogios suelen ser más bien vagos; por ejemplo: “Eres un chico estupendo”. Este tipo de comentarios producen un bienestar pasajero.
Por esta razón, a la hora de elogiar conviene que las madres sean específicas. En vez de decir: “Eres muy valiente” es mejor que diga: “Estoy orgullosa de ti porque volviste a subir a la bicicleta después de haberte caído”. De esta manera queda claro porqué una acción es digna de elogio.
Todos tenemos un “área sensible” donde el elogio da en el blanco para nosotros. Es posible que como madre logres separar mejor que nadie lo que es importante para su hijo: la música, los deportes, los video juegos o una sala de clases. Si no es así, nada tiene de malo que se le pregunte.
Por último, puesto que los niños no pueden asimilar demasiada información de una sola vez, conviene elogiarlos en dosis pequeñas pero frecuentes.
3. Hablar de los temas “prohibidos”.
Es importante que la madre aborde con los hijos los temas “prohibidos”. Vivimos en un mundo peligroso donde los jóvenes están expuestos a las drogas, el alcohol y la vida sexual a temprana edad. Algunas madres creen que hablar de estas actividades prohibidas equivale a aprobarlas. Lo cierto es todo lo contrario. Por lo general los niños que tienen hablan abiertamente con sus padres tienden menos a recurrir a las drogas y al alcohol.
Las madres saben hablar con sus hijos sobre estos delicados temas. Primero, infórmese bien sobre el asunto, sea éste las drogas, el alcoholismo o las relaciones sexuales en la adolescencia. Luego pregunte a sus hijos cuanto saben: hay chicos de apenas seis o siete años que han escuchado historias al jugar con sus amigos o ver televisión. Explícales que deseas hablar del tema para que ellos conozcan los peligros que entraña, y no porque desconfíes de ellos. Intenta hacerles ver que estás dispuesta a responder a todas sus preguntas o a comentar sus preocupaciones.
4. Poner límites y ser flexibles según crecen los hijos.
Es importante que la madre se vuelva más flexible a medida que sus hijos crecen. Los niños necesitan ser amados incondicionalmente para que su autoestima crezca. Pero ese amor incondicional no significa que no haya que poner límites; por el contrario, éstos le demuestran al chico lo importante que es para usted. Cuando los rebase, debeexpresarse desilusión por su conducta pero no con su persona.
Desde luego, a medida que los niños crecen, esos límites también deben irse ampliando. Los hijos varones, en particular, desean distanciarse de su madre. A medida que los varones crecen, también deben crecer sus límites… y mamá no debe sentirse rechazada, pero tampoco intimidada.
Las niñas, por otra parte, necesitan saber que está bien poner a prueba algunos límites. Las hijas tienden más que los hijos a querer complacer, por lo que las madres deben aprender a hacer un poco de presión sin comprometer su seguridad o ceder a demandas poco razonables.
Las madres son una gran fuente de estímulo para las hijas como para los hijos.
5. Ser ejemplo para los hijos.
Que la madre siempre predique con el ejemplo. Los hijos necesitan una brújula moral. Esto significa que hay que inculcarles el sentido del bien y el mal, no sólo con respecto a cuestiones trascendentes, sino también en los asuntos de la vida cotidiana.
Cuando las madres inculcan valores como la responsabilidad, la integridad y la lealtad, dotan a sus hijos de atributos que llegan a convertirse en sus bienes más preciados. La mejor brújula moral es la conducta de la madre. Si ésta miente, pisotea los derechos de los demás o falta a sus promesas, sus hijos carecerán de guía.
Como madre seguramente nunca querrás escuchar que tus hijos te digan: “pero mamá, tú también haces eso”.
6. Disfrutar junto a los hijos.
Siempre busca disfrutar de sus hijos. Como el tiempo siempre escasea, las madres se concentran en “lo que es importante”: estar al tanto de los que ocurre con los hijos y ayudarlos en sus tareas escolares. No obstante, en esta sociedad tan llena de tensiones, lo que los niños ansían es divertirse con su madre.
No se necesita mucho tiempo para ello; sólo un espíritu juguetón y ganas de que una tarea, escolar o doméstica, se convierta en un juego.
Ser madre es una gran responsabilidad, pero no debe verse como una carga. A veces necesitará usted ser un poco menos responsable; olvidar sus exigencias consigo misma y divertirse con sus hijos.
Con cariño,
Shoshan