Irradiamos un tipo de energía diferente cuando estamos con el ceño fruncido y pesimistas, en oposición a cuando estamos sonrientes y felices. Sonreír es un anuncio que dice “Entre”, mientras que fruncir el ceño dice “No molestar”.
A muchos de nosotros nos cuesta sonreír porque estamos consumidos por aquello que nos falta en la vida. Pero como mi madre, Karen, dice: “Si tan sólo despertáramos cada mañana con la conciencia de que todo lo que tenemos es un préstamo, sería mucho más fácil sonreír”.
Piensa cuán radiantes serían nuestras vidas si pasáramos más tiempo obsesionados con la gratitud en lugar de la carencia.