La visión
Caminábamos lejos de la noche, citando versos al azar, no muy lejos del mar. Cruzábamos de vez en cuando un coche.
Había un eucalipto, un pino oscuro y las huellas de un carro donde el cemento se volvía barro. Cruzábamos de vez en cuando un muro.
Íbamos a ninguna parte, es cierto, y estábamos perdidos: no importaba. La calle nos llevaba junto a un caballo negro casi muerto.
Era de noche -esto será mentira. Tal vez, pero en mis versos es verdad-. Una arcana deidad casi siempre nocturna que nos mira
vio que nos deteníamos y el día suspendió sus fanáticos honores, clausuró sus colores pues también el caballo nos veía.
No digas que no es cierto: nos miraba. Con la atónita piedra de sus ojos, bajo los astros rojos, nos vio como los dioses que esperaba.
SILVINA OCAMPO
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