Coleccionar cromos en aquellos años, resultaba ser tan apasionante como imposible completar la colección. Siempre había un cromo "difícil". Un cromo que casi nunca salía. Los "repes" (cromos repetidos), se acumulaban, y existían distintos puntos en la ciudad donde los coleccionistas se reunían para intercambiarlos. Al que poseía alguno de esos "difíciles", había que entregarle un buen número de cromos en buen estado a cambio y, en algunas ocasiones, una cantidad de pesetas a convenir. Fueron muy populares los que aparecían con las tabletas de chocolate. Era una forma de estimular a los críos para que lo consumieran. Y, volviendo a los "díficiles", recuerdo que el de "Chocolates Batanga", era el cromo "chumbera marroquí", y el de "Chocolates Hueso", el número 111.
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