HOY ES MIERCOLES 10 DE OCTUBRE DEL 2012
PRIMERO GRACIAS A DIOS POR UN DIA MAS DE VIDA Y PODER COMPARTIRLO CON TODOS USTEDES, DESPUES UNA REFLEXION Y A DESAYUNAR!!!
LA PREGUNTA MAS DIFICIL
La paternidad está llena de desafíos. ¿Quién de nosotros no ha tenido que responder a las preguntas que nos hacen nuestros hijos?
«Papi, ¿por qué no puedo tener dos perritos?»
«Si ustedes se casaron a los dieciocho, ¿por qué yo no?»
«Papá, ¿qué es la Viagra?»
Tales preguntas harían tartamudear a un sabio. Sin embargo, empalidecen comparadas con la que hace un niño durante un viaje.
En una encuesta llevada a cabo por Lucado y Amigos (yo entrevisté a un par de personas en el pasillo) me encontré con la pregunta más complicada que padre alguno haya tenido que responder.
¿Cuál es la pregunta más temida por mamás y papás?
Es la que hizo un niño de cinco años durante un viaje: «¿Cuánto falta todavía?»
Póngannos problemas de geometría y sexualidad, pero no hagan a los padres responder a la pregunta: «¿Cuánto falta todavía?»
Porque es una pregunta imposible. ¿Cómo hablar de tiempo y distancia a alguien que no entiende de tiempo y distancia? El padre novato asume que los hechos serán suficientes: «Trescientos ochenta kilómetros». ¿Pero qué es un kilómetro para un niño que no tiene edad ni siquiera para el jardín infantil? ¡Nada! ¡Es como hablarle en chino!
El niño entonces pregunta: «¿Cuánto son trescientos ochenta kilómetros?» Ante esta pregunta, sientes la tentación de ser un poco más técnico y entonces explicas que un kilómetro equivale a mil metros, de modo que trescientos ochenta kilómetros multiplicados por mil metros equivalen a trescientos ochenta mil metros. No alcanzas a terminar la frase cuando el niño se desconecta. Se queda quietecito hasta que tú te tranquilizas y luego te pregunta: «Papá, ¿cuánto falta todavía?»
El mundo de un pequeñín está deliciosamente libre de cuenta kilómetros y relojes de alarma. Le puedes hablar de minutos y kilómetros, pero el niño no capta tales conceptos. ¿Qué hacer entonces?
La mayoría de los padres recurren a la creatividad. Cuando nuestras hijas eran bebés, les encantaba ver la película La sirenita. Así es que Denalyn y yo usábamos la película como una economía de escala. «Como si vieran tres veces seguidas La sirenita».
Y por unos cuantos minutos, aquello parecía funcionar. Sin embargo, tarde o temprano, la pregunta volvía. Y tarde o temprano, decíamos lo que todos los padres dicen: «Sólo confía en mí. Disfruta del viaje y no te preocupes por los detalles. Te aseguro que regresaremos bien a casa».
D/A
BUEN PROVECHO!!!
QUE TU DIA MIERCOLES SEA MARAVILLOSO Y NO OLVIDEMOS SONREIR!!!
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