MADRE, ESPOSA, ABUELA - EL RINCÓN DE QUIJOTE

Madre, esposa, abuela
Madre, esposa, abuela:
Un amoroso recuerdo te debo
Y tantas cosas como no puedo
pagar. A una vida plena

lo mínimo es recordar
tantos mimos desde la cuna
tantos cuidos antes de andar
y crecer sintiéndome seguro

porque sabía que estabas detrás
haciendo callado trabajo
cuidando mi sueño además
llevando la casa adelante.

Tus manos no pueden hablar
de las duras jornadas sin cobrar
pues no había dinero bastante
en el mundo para pagar

tanto esfuerzo sin rechistar
tanto sacrificio estirando el dinero
tanta penuria de años difíciles
para siempre a fin de mes llegar.

Tus lentejas que yo tanto odiaba
eran un manjar que yo tonto niño
no sabía valorar.
Hoy aprecio cuanto costaba guisar.

Recuerdo que perdiste tu sueño
para velar aquel niño pequeño
y tus friegas hasta reventar
sobre las corvas de mis piernas.

Sólo tú sabes tus silencios oscuros
tus amargas y largas jornadas
sin derecho a vacaciones pagadas
dando todo por aquel hogar.

Solo tú sabes de botones sueltos
de pantalones y sus dobladillos
de tantos vestidos para arreglar.
De tanta ropa a mano lavar.

Quizá ni te preguntastes un día
si valía la pena luchar
por sacar adelante tanta faena.
Solo dar sin nada esperar.

Solo fregar y lavar y criar
sin recompensa a tres niños insolentes
que venían sin pan bajo el brazo
y sólo te daban trabajo hasta hartar.

Yo recuerdo siempre
que me defendistes
de niños violentos
y de ignorados riesgos.

Que siendo un niño molesto
fui encerrado en el cuarto oscuro.
No sabes cuanto lamento
mi poco conocimiento.

Y para desemburrar al niño
que mejor que hacerle estudiar
en un colegio de pago
que no podias pagar.

Aun recuerdo como lloraba
cuando me dejabas
mientras otros llegaban
en coche con chofer.

Aquellos tinteros no se podian pagar.

Y recuerdo un invierno muy triste
cuando fuiste a despedir a papá
al volver lloramos por él
sintiéndonos solos por primera vez.

Recuerdo las cartas con sello
de a cinco, contando los meses
Y llegar en tren de Santander:
Aquel hombre en el andén

Tan guapo, tan fuerte, tan él
deseado y querido y volver
en taxi a casa abrazados
la alegría de juntos al fin.

Más que poco duro aquel relajo
el dinero que viene y se va y se vá
y no vuelve y asi llegamos a Elche.
después del baño en la capital

Coger otro tren y llegar
a una casa perdida en la soledad
y llorar otra vez los dos juntos
ante la realidad.

Sufriendo los golpes de la vida
llorando a escondidas
aun no tenemos amigos
pero si un hermano enemigo.

Vendiendo perfumes sin marca
pidiendo prestado a la Banca
haciendo trabajos artesanos
veraneando haciendo trenzados.

Remontando poco a poco las alas
pasaron los años, los meses, semanas
y llegaron las buenas hermanas
que antes no estaban ni por caridad.

Pasaron los años, llegaron los niños
Que son cuatro nietos tan prietos
que sólo conocen de ti un parte:
las manos que les cuidaron.

Ahora, Enfermera Mayor
sacas las menguadas fuerzas
tirando del hombre tan amante
quedándote seca y rendida

pero mantienes la llama encendida
siempre la atención prendida
en ese buen hombre
que vale por diez.

Esposa, abuela, Madre:
Tú eres como él.
Tus hebras de plata
Tu cara arrugada

Tu esqueleto herido
Yo no sé cómo has podido
dar tanto por todos
Yo te bendigo.

Sin duda, Madre, te digo
que no he conocido
nadie como tú.