Yo heredé de mi madre sus ojos color marrón, su pelo tan renegrido, y su gran corazón.
De las cosas materiales con nada me quedé yo, pues esas son banales, cosas sin ningún valor.
Alguna fotografía, que le tomé algún día. Estaba muy sonriente, y a Dios agradecía.
Las cosas que le dolían con ella se las llevó, dolor y sufrimiento, a mí no me los mostró.
Heredé su misma sangre, sus virtudes y defectos. Su vigor, su fortaleza, ella también me las dejó.
Su bondad y su ternura, esas me las regaló, estando ella con vida siempre me las entregó.
Los recuerdos que tengo los llevo en el corazón, el amor que me brindaba, lo conservo aún hoy.
Es la herencia más grande que pudo haberme dejado, durante toda mi vida la seguiré conservando.
A/D
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