Buenas noches.
Y al decir “noches”, me asalta una duda que me mastica el alma y me entumece el espíritu… Ni los padres próceres de la Humanidadni los sabios de Grecia han atinado a resolver: ¿Cada cuánto hay que echar a lavar un pijama? ¡Eso no lo saben ni las madres!
No sabemos nada de los pijamas. ¿Qué sabemos? Que son para regalar… y que no sirven para dormir. Los botones no te dejan, que se clavan. Se han dado casos de gente que se ha quedado dormida y se los han tenido que extirpar.
Yo creo que si tuviéramos que comprar nuestros propios pijamas, los elegiríamos sin botones. Pero como son un regalo, decimos: “Es pa’ otro.¡Bah! Que se joda!”. Por esa regla de tres podrían hacer, para regalo… ¡tampax de mimbre! Son pa’ otro…
Por eso los jóvenes tenemos nuestros propios pijamas: el calzoncillo y la camiseta vieja. Sí, es uno de los logros de nuestra generación, meternos en la cama con cualquier cosa.
El problema es: ¿Vale cualquier camiseta para camiseta de pijama? ¿Cómo se elige una camiseta de pijama? ¿Ha de tener alguna virtud? ¡Sí! Tiene que ser fea. Como de propaganda de comercia local: “Andamiajes Corrochano”, ¡perfecta! Esa la tocas y ya te entra sueño… Pero hay otra vía para que una camiseta llegue a camiseta de pijama… Una noche, se queda tu novia a dormir en tu casa, coge tu camiseta favorita, la de Britney Spears, y con total impunidad te dice: “Te cojo esto pa’ dormir”. Y duerme con ella. Y esa camiseta ya no vuelve a ser la misma.
En cuanto una camiseta pasa una noche como camiseta de pijama… pierde la inocencia… se queda como triste… La miras y dices: “Britney, te veo mala cara”. Y te dice: “Ya, es que he pasado mala noche…”.
Claro, por eso hay que conocer muy bien el “ciclo de vida de la camiseta”: ¿Cuántas veces hay que ponerse una camiseta para que pase a camiseta de pijama? ¿Y cuántas noches ha de pasar como camiseta de pijama para que pase a limpiar cristales? Y lo que es más triste: ¿Cuántos cristales ha de limpiar una camiseta de pijama para que pase a trapito de los zapatos? Que eso ya es lo último, es poner la camiseta a la altura del betún.