Ya llega la Navidad, qué dulce espera, ¿verdad mamá? Saber que falta poco tiempo para que el niño Jesús nazca en mi corazón.
— Así es, Danielito, y por eso debemos darle mucha importancia al tiempo de adviento, para recibir al niño Jesús como se merece.
— Sí, mamá, de ahora en adelante me pondré a escuchar tus consejos, y tomaré muy en cuenta lo que me enseñes, así podré reflexionar mejor y no te haré renegar con mis rabietas tontas.
— Qué bien, hijo, que pienses así, ahora comenzarás a vivir en forma más armoniosa, y piensa, ¿qué le gustaría al niño Jesús que tú hagas?
— Bueno, yo pienso que le gustaría que yo sea un niño más caritativo y bondadoso, porque a mí no me gusta compartir ni mis dulces ni mis juguetes con mis amiguitos, ¿y sabes?, estoy triste porque no tengo muchos amigos.
— Así es, Danielito –le dijo la mamá–, y esto te sucede porque no sabes compartir; te aconsejo, entonces, que le pidas al niño Jesús que te ayude a cambiar, de lo contrario no habrá alegría en tu corazón cuando el niño Jesús venga, porque los regalos, si vienen sin el cambio que se espera en el tiempo de adviento, sólo te alegrarán momentáneamente y aunque yo adorne la casa con los más hermosos motivos navideños todo será de momento.
— ¡Ah! Qué pena sería si esto me sucediera pero deseo cambiar, felizmente todavía tengo tiempo de hacerte feliz a ti mamá, yo creo que eso le gustaría mucho al niño Jesús, que yo comience a hacer feliz a mi madre y también a mi padre y a mis hermanos.
— Qué bien, Danielito –le dijo la mamá–, veo que comienzas a reflexionar mejor sobre lo que verdaderamente significa la Navidad, porque es hermoso esperar el nacimiento del niño Jesús con el hogar muy adornado e iluminado, y gozar también de una rica cena y adornar el árbol con muchos regalos. Pero si esto no sucede en el corazón todo será inútil, porque después que pase la Navidad ya no habrá nada en tu corazón que te haga recordar que el niño Jesús vive ya contigo. Porque al niño Jesús, lo que más le importa, es que la casa de tu corazón esté iluminada y bella cuando él venga.
— ¿Y cómo haré para que la casa de mi corazón esté iluminada y bella, como así tú iluminas nuestra casa en Navidad?
— Con amor, Danielito, el amor es el que se encarga de embellecer e iluminar nuestro corazón para que todo en nuestra vida se torne hermoso.
— ¿Y tú crees, mamá, que así también tendré más amiguitos?
— Por supuesto, Danielito, y te voy a contar lo que le sucedió a una niña que tenía siete años como tú, ella se llamaba Juanita y tenía todo lo que una niñita de su edad puede desear, pero no tenía muchos amigos como tú, y como su mamá la hacía reflexionar de la misma forma que lo estoy haciendo contigo comenzó a cambiar, porque tampoco tenía el corazón preparado para recibir al niño Jesús ya que era bastante egoísta, y unos días antes que llegara la Navidad le dijo a su mamá que había visto en una tienda de juguetes una muñeca que le había gustado mucho, porque tenía un rostro muy angelical y además podía llorar, reír y caminar y deseaba que se la comprara. La mamá, como veía que su hija comenzaba a cambiar para recibir al niño Jesús en su corazón, no pensó dos veces en darle gusto y se fue con ella en busca de la muñeca deseada. Al llegar a la tienda, viendo la mamá que era la única muñeca que quedaba, no perdió tiempo y la compró. Cuando Juanita la tuvo ya en sus brazos, dijo:
— Por fin, ahora podré jugar con esta muñeca que tanto me gusta.
Y mientras hablaba vio a otras niñas que habían ido a comprar la misma muñeca, y advirtiendo como se entristecían al reparar que las muñecas ya se habían acabado, Juanita pensó en compartir su muñeca con ellas. Y así lo hizo, y después que jugaron un largo rato con la muñeca las niñas se lo agradecieron, y le dijeron:
— Queremos que siempre seas nuestra amiga.
Juanita, al escucharlas, se emocionó tanto que no podía creer lo que escuchaba, porque como había sido tan egoísta no pensó que esta buena acción iba a hacer que ella tuviera amigas.
— Gracias, niño Jesús –dijo–, porque has utilizado a mi mamá para que yo entienda todo lo bueno que ella me está enseñando, para que te reciba con mi corazón bello y adornado, como está ahora mi casa. Así podré gozar de una hermosa Navidad, porque compartiré no solo mi muñeca sino todos los juguetes que tengo, y ya no serán sólo míos pero podré tener muchas amiguitas.
Después que la mamá terminó de narrarle la historia de Juanita, le preguntó a Danielito:
— ¿Ahora comprendes lo que significa dar importancia al tiempo de adviento para que se reciba la Navidad como Dios manda?
— Sí, mamá.
— ¿Sabes?, –le dijo la mamá–. Si esto no fuera así, ¿qué pasaría con los niños que sus padres no cuentan con los medios para que ellos obtengan todos los juguetes que desean? Por eso Dios también pone la riqueza del corazón que está al alcance de todo ser humano, para que de alguna manera espere feliz y contento la llegada del niño Jesús.
— Sí, mamá –le contestó Danielito–, por eso en Navidad todos debemos estar contentos porque el niño Jesús nace en todos los corazones.
— Claro que sí –le dijo la mamá–, porque lo que al niño Jesús le interesa es que lo adornemos con nuestras buenas acciones y esto está al alcance de todos, ¿y sabes? El mayor regalo que se debe esperar en Navidad es que al nacer el niño Jesús en nuestros corazones se quede viviendo con nosotros eternamente.
— ¡Oh, qué hermoso sería eso, mamá!, –le dijo Daniel–. Y no te preocupes, yo haré que esto suceda muy pronto.
La mamá, al ver a su hijo que ya estaba dispuesto al gran cambio, lo besó tiernamente, y antes que terminara de conversar amenamente, le dijo:
— Y así será, Danielito, así será, cuando termines de crecer en el tiempo de adviento.
Fin
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