MEDIA NOCHE
Oh, qué vergüenza!: —El sol ha iluminado La tierra: el amplio mar en sus entrañas Nuevas columnas a sus naves rojas Ha levantado: el monte, granos nuevos Juntò en el curso del solemne día A sus jaspes y breñas: en el vientre De las aves y bestias nuevos hijos Vida, que es forma, cobran: en las ramas Las frutas de los árboles maduran:— Y yo, mozo de gleba, he puesto sòlo, Mientras que el mundo gigantesco crece, Mi jornal en las ollas de la casa!
Por Dios, que soy un vil!:— No en vano el sueño A mis pálidos ojos es negado! No en vano por las calles titubeo Ebrio de un vino amargo, cual quien busca Fosa ignorada donde hundirse, y nadie Su crimen grande y su ignominia sepa! No en vano el corazòn me tiembla ansioso Como el pecho sin calma de un malvado!
El cielo, el cielo, con sus ojos de oro Me mira, y ve mi cobardía, y lanza Mi cuerpo fugitivo por la sombra Como quien loco y desolado huye De un vigilante que en sí mismo lleva! La tierra es soledad! la luz se enfría! Adonde iré que este volcan se apague? Adonde iré que el vigilante duerma?
Oh, sed de amor! —oh, corazòn, prendado De cuanto vivo el Universo habita;
Del gusanillo verde en que se trueca La hoja del árbol: —del rizado jaspe En que las ondas de la mar se cuajan:— De los árboles presos, que a los ojos Me sacan siempre lágrimas: —del lindo Bribòn gentil que con los pies desnudos En fango o nieve, diario o flor pregona. Oh, corazòn, —que en el carnal vestido No hierros de hacer oro, ni belfudos Labios glotones y sensuosos mira,— Sino corazas de batalla, y hornos Donde la vida universal fermenta!—
Y yo, pobre de mí!, preso en mi jaula, La gran batalla de los hombres miro!— [1878]
JOSE MARTI
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