Beso que tu boca entregue
a mis oídos alcanza, porque las grutas profundas me devuelven tus palabras. El polvo de los senderos guarda el olor de tus plantas y oteándolas como un ciervo, te sigo por las montañas... A la que tú ames, las nubes la pintan sobre mi casa. Ve cual ladrón a besarla de la tierra en las entrañas; que, cuando el rostro le alces, hallas mi cara con lágrimas. GABRIELA MISTRAL |