Tomates, limones, mandarinas
Me preguntas cuánto te quiero…
no sé… en realidad
nunca supe cuánto te quiero,
porque nunca he pesado mi amor…
¿Acaso puedes poner en una balanza el amor,
los sentimientos, los afectos,
como si fueran tomates, limones, mandarinas…?
¿Se puede medir –pregunto- el deseo…
como si fuera una parcela de tierra, una ruta, una pared…?
Tal vez el deseo sí,
el deseo aumenta o disminuye con el tiempo…
Para serte franco, te diría que después de algunos años
el deseo se achica como esas prendas de pura lana
que se encogen inexorablemente
cuando se lavan demasiadas veces y sin cuidado…
Pero, tú no me preguntas cuánto te deseo,
me preguntas cuánto te quiero.
Te diré…
Te quiero hasta donde te quiero,
pero no sé si es hasta aquí, adonde hemos llegado,
o hasta allá donde termina el camino…
A veces te quiero hasta el cielo,
y más de una vez, hasta el infierno…
Te quiero de cerca y mucho más de lejos,
porque estando lejos, además de quererte, te extraño…
Te quiero del derecho y del revés,
de la cabeza a los pies…; siempre me gustaron tus pies…
Te quiero mientras duermo porque te sueño,
y especialmente cuando me despierto y te veo al lado mío,
tengo suerte –pienso- no se ha ido…
Te quiero en la salud y en la enfermedad,
en el bien y en el mal…
hasta que el desamor o algún intruso nos separe,
aunque no te lo haya dicho ante un juez ni frente a un altar,
así te quiero…
Pero además de quererte también te deseo
y eso nunca me lo preguntas…
Te quiero, como nunca he querido a nadie, en mi vida…