Cada uno tiene sus
“fortalezas” y “debilidades”. Lamentablemente sucede que la gente se
especializa en detectar y, no pocas veces, agrandar las debilidades de los
demás. De aquí nace el defecto tan común de la maledicencia o murmuración.
También hay quienes se distinguen por descubrir las virtudes de los demás. Esto
es vital.
Según una investigación reciente sobre
las familias, resulta claro que en general hay más intolerancia, más críticas,
menos cariño. Existe un gran desgaste por subrayar los defectos de los demás.
Esto y la falta de elogio generan relaciones muy frágiles. Así fracasan los
matrimonios, y acaban buscando en otras personas lo que no consiguen dentro de
su casa. Observa lo que agrada a los otros. Somos parte de una sociedad en la
que uno necesita del otro, y los elogios son motivación importante en la vida
de cualquiera.
¡Qué nobleza de alma
tiene quien descubre y subraya en los demás lo que los honra! Ojalá tú también
te distingas en rescatar en los otros ese lado bueno, simpático, agradable que
todos tenemos. Es un aspecto del amor a nuestros semejantes.
