Las erupciones volcánicas inyectan gas de dióxido de azufre a la atmósfera. Si las erupciones son lo suficientemente grandes para añadir dióxido de azufre a la estratosfera, el gas forma pequeñas gotas de ácido sulfúrico, también conocidos como aerosoles volcánicos. Estas gotitas reflejan una parte de la luz solar entrante de vuelta al espacio, enfriando la superficie terrestre y la atmósfera inferior.
Un pps de Carmen Drago