EL GATO
Mefistófeles casero está tumbado al sol. Es un gato elegante con gesto de león, bien educado y bueno, si bien algo burlón. Es muy músico; entiende a Debussy, más no le gusta Beethoven. Mi gato paseó de noche en el teclado, ¡Oh, que satisfacción de su alma! Debussy fue un gato filarmónico en su vida anterior. Este genial francés comprendió la belleza del acorde gatuno sobre el teclado. Son acordes modernos de agua turbia de sombra (yo gato lo entiendo). Irritan al burgués: ¡Admirable misión! Francia admira a los gatos. Verlaine fue casi un gato feo y semicatólico, huraño y juguetón, que mayaba celeste a una luna invisible, lamido (?) por las moscas y quemado de alcohol. Francia quiere a los gatos como España al torero. Como Rusia a la noche, como China al dragón. El gato es inquietante, no es de este mundo. Tiene el enorme prestigio de haber sido ya Dios. ¿Habéis notado cuando nos mira soñoliento? Parece que nos dice: la vida es sucesión de ritmos sexuales. Sexo tiene la luz, sexo tiene la estrella, sexo tiene la flor. Y mira derramando su alma verde en la sombra. Nosotros vemos todos detrás al gran cabrón. Su espíritu es andrógino de sexos ya marchitos, languidez femenina y vibrar de varón, un espíritu raro de inocencia y lujuria, vejez y juventud casadas con amor. Son Felipes segundos dogmáticos y altivos, odian por fiel al perro, por servil al ratón, admiten las caricias con gesto distinguido y nos miran con aire sereno y superior. Me parecen maestros de alta melancolía, podrían curar tristezas de civilización. La energía moderna, el tanque y el biplano avivan en las almas el antiguo dolor. La vida a cada paso refina las tristezas, las almas cristalizan y la verdad voló, un grano de amargura se entierra y da su espiga. Saben esto los gatos mas bien que el sembrador. Tienen algo de búhos y de toscas serpientes, debieron tener alas cuando su creación. Y hablaran de seguro con aquellos engendros satánicos que Antonio desde su cueva vio. Un gato enfurecido es casi Schopenhauer. Cascarrabias horrible con cara de bribón, pero siempre los gatos están bien educados y se dedican graves a tumbarse en el sol. El hombre es despreciable (dicen ellos), la muerte llega tarde o temprano ¡Gocemos del calor!
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fragmento de Federico Garcia Lorca
guillermo 29 de junio de 2009
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