Su Señoría, Representante del Amor de mi Vida:
Tengo el agrado de dirigirme a Usted,
en mi nombre y carácter, a fin de solicitarle, tenga a bien a través de este papel esquela, quitarme los nudos de mis ropas, y disponer pronto entonces, el desnudarme.
Desnúdeme, Su Excelencia, desenlazando los nudos que me visten cual formal y circunspecto ciudadano y permita Usted, con su sabia escuela, a mis pieles anudadas, su desquite.
Ordene Usted, a sus fuerzas del orden, el inmediato desnudo de mi ser, de manera tal que no exista nudo ni amarre que sujete el aliento de mi cuero con tanza, piola, plástico o, aún, cordel.
Instigue, coercitivamente si le place, a administrar los medios obligados para la desnudez total y adyacente de mi persona, en todas y cada una de sus parcelas, alcances y agregados.
Emplázole además, Su Honorable, a que en el término de ya mismo gestione el desnudo completo del cuerpo con que, ante usted, me presento, declarando su soberano desnudismo.
Promulgue Usted, Su Señoría, que desde hoy y en todo porvenir alguno, como encarecida y vasalla demanda, ya nada sostenga mi mano ante su toque, ni el más pequeño, remoto nudo inoportuno.
Desnúdeme, pues.
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