Flotas en mí; no sé si eres la nube etérea, luminosa, iridiscente, que, desde el fondo de mi entraña sube como tenue vapor hacia la mente; si eres mínimo, tácito aleteo, o tal vez inefable melodía; o síntesis de amor y de deseo, sé que flotas en mí, sé que eres mía.
Brevería Nº 939
Me haces flotar
Me haces flotar, e ignoro si tú flotas. Tal vez voy sobre ti, como la nave surca las olas, silenciosamente, o el fuego abraza el leño, crepitante. O tal vez en el aire, sin contacto, meciéndome en los hilos improbables, invisibles también, que sostuviera la mano del arcángel gestor de situaciones insolubles en la complicidad de los amantes. ¿O será que en el hueco de tu mano, como una esfera mágica, el paisaje, el mundo entero se hace almohada de humo en que yo mismo puedo recostarme? Pierdo todo mi peso a tu costado, tan ligero me siento, que me invaden deseos de volar; quizá dos alas en mis espaldas arqueadas nacen, y soy águila o cóndor, y en la altura giro ingrávido en amplias espirales, siempre en torno de ti, mi propio centro, definitiva carne de mi carne.
Me haces flotar. Oh elevación callada, oh miembros al galope, oh ansiedades.
Decidete a Volar! "Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo. Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y el se dio cuenta de que iba a morir.
En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado como volar, pero enfrento el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso"
Los problemas son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te están obligando a elevar el vuelo o a morir. Nos cuesta abandonar nuestra rama, ese lugar de confort y seguridad. Cuando hablo de “confort” y “seguridad” no estoy diciendo que esto sea literalmente así, pero nuestro temor a enfrentar lo desconocido y nuevos retos, en muchas oportunidades nos tiende una trampa donde nos hace sentir “seguros” y “cómodos” en lo que ya conocemos, esto incluye nuestros condicionamientos del pasado, nuestras limitaciones personales y temores.
Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importan los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir Basta!, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar Alto ! y muy lejos del pantano.
Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, llena de enigmas e inseguridades y hazlo solitariamente. Es necesario que asumas el riesgo de VOLAR