Ha aterrizado el buitre de la guerra en la rama del roble descarnado; sobre la dura, calcinada tierra, yace el deshecho cuerpo del soldado. Su casa en ruinas, la mujer se aferra a la herencia de niños a su lado. Allende el mar, alegre tintineo de copas. Arrogancia. Papeleo.
Brevería Nº 1219
¿Dónde van?
(Variación sobre el poema "Men who march away", de Thomas Hardy)
Les hablaron de patria en peligro, de opresión de inocentes lejanos, de la paz, la penuria, los dioses, de trocar el fusil en arado, de sembrar democracia, extendiendo mano abierta y sonrisa en los labios; y la idea engendró batallones de cerebros vacíos, mecánicos, fabricantes de muertes y ruinas, alma estéril y puño cerrado.
¿Dónde van estos hombres con libros de algoritmia debajo del brazo? ¿Dónde van con la fe del banquero, ignorantes de estrellas, corsarios?
El soldado es patíbulo andante, del que cuelgan, sin juicio ni fallo, si un infame, cuarenta inocentes; hombre a sueldo y, por tal, mercenario, luchará porque al fin en su bolsa tintineen los treinta denarios. Alguacil de corona de espinas, lidiador del martillo y los clavos, fabricante de yermos y escombros, la bandera su embozo y amparo.
¿Dónde van estos hombres sin alma, esta nueva invasión de los bárbaros? ¿Dónde van, con pretextos espurios, con la muerte instigando sus manos?
Libertad, democracia…A los muertos no les sirve en su eterno descanso; y a los vivos, que exigen el orden, se les sirve el derribo y el caos. Aquel joven que fue a la Academia a aprender a matar, ha iniciado, con su ejemplo y abuso, otra escuela donde aprende a matar su adversario. Si la sangre del mártir fue un día la semilla de nuevos cristianos, hoy la sangre es semilla, o motivo, de un terror como el de este soldado.
¿Dónde van estos hombres verdugos bajo piel de corderos, y cuántos volverán a nivel de ataúdes? ¿Dónde van en fervor de disparos?
Desdeñables peones en juego de ajedrez, donde un rey arbitrario, incapaz de arrastrar a las tropas, se atrinchera en su cómodo cuadro. En tal juego de mentes mezquinas, a recaudo de riesgo en palacio, los ineptos, los buitres, proyectan el despojo, la imagen, el látigo. Y la sangre de extraños y propios es minúsculo mal necesario.
¿Dónde van estos hombres serviles? ¿Nunca oyeron el grito-zarpazo que convoca a las almas rebeldes? ¿Dónde van, dónde van, embaucados?
Juegas todos los días con la luz del universo. Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. Eres más que esta blanca cabecita que aprieto como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo. Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur? Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. El cielo es una red cuajada de peces sombríos. Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros. El viento. El viento. Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. El temporal arremolina hojas oscuras y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. Ah tú no huyes. Tú me responderás hasta el último grito. Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.