
Acá donde yo vivo la primavera nunca se espera a sí misma y siempre desdeña al calendario. Quiero decir que se adelanta; le roba días al invierno.
Ya floreció el duraznero del jardín y muestra la higuera en la desnuda ramazón sus primeros brotes verdes. Canta una tórtola como las que cantó Lope de Vega; y si sales a la carretera, verás que los huizaches del desierto tienen ese amarillo que llamará a los pájaros y a los insectos para iniciar el rito de la fecundación.
Los antiguos usaban una serpiente en círculo para simbolizar la rueda sin fin de la existencia. Un extremo de aquella sierpe era la vida, el otro era la muerte. He llegado a pensar que los extremos pueden ser cambiados: el de la vida puede ser la muerte, y el de la muerte puede ser la vida. Ambos se implican uno al otro y se contienen. Esta primavera - ¿se vale decir "¡ay!", como los viejos? -se volverá invierno, y este invierno - ¿se vale decir "¡ya!", como los jóvenes? - será dentro de unos dias primavera. Y nosotros seremos en la primavera lo mismo que en el invierno somos: anuncio de esa muerte que es la vida; promesa de esa vida que es la muerte.
Armando Fuentes Aguirre
De: Lo mejor del mirador, escogido por Catón.

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