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Uno de los valores fundamentales del cristianismo es la amistad. En el evangelio de San Juan, Jesús llega a decir: ya no los llamo siervos sino “amigos”. En este mismo evangelio, referido este mismo pasaje que hoy nos presenta la Escritura, Jesús moja un pan y se lo da a Judas, signo de profunda amistad. Esto es algo que Judas, por más confundido que hubiera estado sobre la identidad de Jesús, nunca entendió. Había estado con Él tres años y no había llegado ni siquiera a tenerlo como amigo.
Es triste que muchos cristianos padezcan de este mismo mal y no sepan valorar la amistad, ni de Jesús, ni muchas veces de aquellos con los que comparten su vida (papás, hermanos, compañeros). Cuando uno no es capaz de desarrollar una amistad, es la persona más vacía y solitaria, pues el verdadero amor es el del amigo. Esta ausencia lleva al hombre, como llevó a Judas, a cometer las acciones más tristes del mundo.
No dejemos solo a Jesús en esta Semana Santa. Démonos un tiempo para participar, sobre todo de la fiesta de la Pascua, el sábado por la noche. Mostrémosle que verdaderamente lo tenemos como amigo.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida.
Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Un enorme abrazo.
YOLY

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