Por ello la alegría proviene del interior,
de la decisión personal de donarse a alguien.
Y todos los que alguna vez han hecho la prueba, tienen que aceptar que el resultado es positivo. Hay mas alegría en dar que en recibir.
Por último, la alegría viene siempre de la mano de la sencillez.
El espíritu alegre lo es porque se conoce tal cual es,
se acepta y no se compara con los demás.
Su felicidad no proviene del tener mas o menos,
sino de una decisión de querer
ser, y valorarse a sí mismo por las decisiones que puede tomar,
como la de amar mas y amar mejor.
Quien vive desde la perspectiva del amor descubre que la vida
es muy sencilla.
El anhelo por alcanzar la alegría sigue escrito en el corazón del hombre con
signos indelebles, pero se nos invita a buscarla donde
el corazón no la puede
encontrar: en el ambiente exterior,
en la acumulación de objetos materiales, en
licores, en placeres de un momento.
La alegría es posible, y está al alcance de todos,
pero recordemos, la alegría genuina viene del interior,
ilumina serenamente y se acompaña de la sencillez.
Que Dios te bendiga