
Amor
Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente; hablaba el impreciso lenguaje del torrente; era un mar desbordado de locura y de fuego, rodando por la vida como un eterno riego.
Luego soñélo triste, como un gran sol poniente que dobla ante la noche la cabeza de fuego; después rió, y en su boca tan tierna como un ruego, soñaba sus cristales el alma de la fuente.
Y hoy sueño que es vibrante y suave y riente y triste, que todas las tinieblas y todo el iris viste, que, frágil como un ídolo y eterno como Dios, Agustini Delmira
Amor
Mi forma inerte grande como un mundo no tiene noche alrededor ni día pero tiniebla y claridad por dentro hacen que yo, que tú, vivamos. Mares y cielos de mi sangre tuya navegamos los dos. No me despiertes. No te despiertes, no, sueña la vida. Yo también pienso en mí cuando te sueño y robo al tiempo todas mis edades para poblar mis íntimas moradas y acompañarte siempre, siempre, siempre. Manuel Altolaguirre
Dos Mujeres
Agua amarga de un mar cuya ribera era el párpado azul. Qué cielo ido de ese mar a otro mar, entristecido de lágrimas también y azul ojera.
Yo las amé a las dos. La una era triste y frágil y pálida de olvido. Y la otra... ¿la otra?... hubiera sido si sido hubiese, igual a la primera.
¿Qué misterio de amor será este vano ambicionar el fruto no caído, cuando se tiene el fruto entre la mano?
Y soñar en un cielo descendido, soñándolo lejano, y tan cercano de una mar a otra mar el cielo ido. Ángel Alberto Montoya
 
 
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