que tu abuelita te regale un dólar!, ¿está bien?
Jenny estuvo de acuerdo y su mamá compró el collar de perlas.
Jenny trabajó con tesón todos los días para cumplir con sus tareas,
y tal como su mamá le mencionara, su abuelita le regaló un
dólar para su cumpleaños.
En poco tiempo Jenny canceló su deuda. Jenny amaba sus perlas,
las llevaba puestas a todas partes. El único momento que no las
usaba era cuando se bañaba, su mamá le había dicho que las perlas
con el agua le pintarían el cuello de verde!
Jenny tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando Jenny iba
a su cama, él se levantaba de su sillón para leerle su cuento preferido.
Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo: "¿Jenny tú me quieres?"
"¡Claro que si papá, tú sabes que te quiero!"
"Entonces, regálame tus perlas". "¡Oh, papá! ¡No mis perlas!", dijo
Jenny. "Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita. ¿La recuerdas?
Tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños y te doy
su ajuar también. ¿Está bien papá?"
"Oh no hijita, no importa". Una semana después, nuevamente su papá
le preguntó al terminar el cuento. "¿Jenny, tú me quieres?".
"¡Claro que si papá, tú sabes que te quiero!" "Regálame tus perlas".
"¡Oh, papa! ¡No mis perlas!, pero te doy a Lazos, mi caballo de juguete,
¿lo recuerdas?
Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él y hacerle
trencitas. Tú puedes tenerlo si quieres papá". "Oh no, hijita", le dijo su
papá dándole un beso en la mejilla. "Dios te bendiga, felices sueños".
Algunos días después, cuando el papá de; Jenny entró a su dormitorio
para leerle un cuento, Jenny; estaba sentada en su cama y le
temblaban los labios. "Toma papá" dijo, y estiró su mano.
La abrió y en su interior estaba su querido collar, el cual entregó a su
padre. Con una mano él tomó las
perlas de plástico y con la otra extrajo de su bolsillo una cajita de
terciopelo azul. Dentro de la cajita había unas hermosas
perlas genuinas.
El las había tenido todo este tiempo, esperando que Jenny renunciara
a la baratija para poder darle la pieza de valor. Y así es también
con nuestro Padre Celestial. El está esperando que renunciemos
a las cosas sin valor en
nuestras vidas para darnos preciosos tesoros.
Esto me hace pensar las cosas a las cuales me aferro y me pregunto
qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar.
Besitos
Mabel