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Para que
tú
Para
que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de
las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos
suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son
tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así
por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego
sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas
tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y
están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo
que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me
oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de
sueños aún a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz
dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame,
compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola
de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo
ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para
tus blancas manos, suaves como las uvas. PABLO NERUDA
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