ALGUNA NOCHE
Alguna noche -las fogatas eran de dolor o de
júbilo- la casa te veía desertar. Te abrías a una vida distinta, a un
mundo alegre como los ojos de un dios: voces mayores, fuegos de
artificio, inacabable noche de San Juan en tu estancia vacía... El
tiempo se agrandaba en los rincones, se detenía en torno al
corazón, mientras el estruendo proseguía, lejos, lejos, quién sabe si
real. Después, todo más claro: los sonidos pequeños, el crujido de un
mueble la lluvia en el desván. Nueva vida a las cosas, el alba
aparecía, y tú llegabas, amorosamente. José Agustín
Goytisolo
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