Erase una vez una niña que creía en la magia de las hadas
y soñaba con poder verlas.
Un día, caminaba por el parque cuando de pronto vio una pobre mariposa
atrapada entre espinas; aleteaba desesperada intentando desprenderse.
La niña la rescató con muchísimo cuidadito... ¡Sorpresa! La mariposa herida se
convirtió en un hada: "¡Pídeme un deseo y te lo concederé como recompensa
por haber sido tan generosa conmigo!"-"Yo sólo quiero ser feliz".
"¡Concedido!", y el hada le susurró algo al oído antes de desaparecer.
Desde entonces aquella niñita irradiaba alegría allá por donde iba, y todo el
mundo se acercaba a preguntarle cuál era su secreto.
-"¡Parece un hada!", decía la gente!-"¡Qué amable es!
Siempre está dispuesta a ayudar a todos..."Tenía muchas amigas, aunque
algunas sólo pretendían averiguar su secreto al acercarse a ella; no eran
auténticas amigas... Siempre que enfermaba alguien, era requerida junto al
enfermo porque la alegría que transmitía era la mejor medicina para todos.
Una simple caricia de sus manitas aliviaba todos los dolores...
Así creció y siguió siendo feliz.
Pero los envidiosos no dejaban de criticarla, tachándola incluso de bruja;
les hubiera gustado atraparla y destruirla. Siendo ya muy anciana, sintió que
se acercaba el momento de abandonar este mundo.
Todo el pueblo estaba a su alrededor y lloraban desconsolados pensando
que la felicidad les abandonaría para siempre si ella desaparecería.
-"¡Por favor, por favor, cuéntanos tu secreto antes de partir!
¿Qué te susurró el hada?"
Ella les sonrió dulcemente, y con una voz muy suave les contestó:
"¡No olvides que todos te necesitan!, esto fue lo que me dijo el hada".
Cerró sus ojos y una corte de invisibles hadas la tomaron en sus brazos
y la llevaron a su reino. Allí encontró sus alas:
¡SE HABÍA CONVERTIDO EN UN HADA!