Los leones se cuentan además entre los sujetos más populares en documentales de historia natural,
en los que se exploran todos los detalles de sus vidas.
No parecemos cansarnos nunca de la emoción de verlos cazando o ver a sus cachorros jugando
junto a un adulto haciendo la siesta.
Leo: el león, la constelación de estrellas de los extrovertidos, ronda el cielo nocturno.
Son la encarnación del poder y la riqueza, y simbolizan la belleza física, la destreza muscular y
la majestuosidad.
Históricamente, los leones del Atlas o león de Berbería (Panthera leo leo), una subespecie de los
leones de la sabana del norte de África, eran muy apreciados pues el macho era grande y tenía una larga y espesa melena negra.
Todos los que querían mostrarle al mundo que eran poderosos querían un león del Atlas.
Los emperadores romanos los deseaban para tenerlos como mascotas.
Los gladiadores a menudo se encontraban cara a cara con ellos en los estadios. Los espectadores se
deleitaban ante el espectáculo de ver el coraje humano enfrentado a la encarnación de la elegancia y la fuerza.
Y el salvajismo de los leones los convertía en los instrumentos perfectos para la ejecución de criminales y cristianos.
En la Inglaterra medieval, había leones de Atlas en la Torre de Londres.
Sus jaulas estaban tan cerca de la entrada -la Puerta de los Leones- que ningún visitante podía
poner pie en el dominio de la realeza sin mirarse en los ojos ambarinos de un león.
El mensaje era claro: este gobernante tiene hasta al magnífico león bajo control.
En las mentes medievales, un león estaba imbuido de significado religioso:
representaba a Cristo el rey.
El esplendor físico de los leones fusionado con el poder de Dios y la grandiosidad de los reyes,
le garantizó a estas criaturas una posición única en el Medioevo.
Pero el deseo de tener leones, y los del Atlas particularmente, implicó que muchos fueron sacados
de su hogar natural en el norte de África y, con el pasar de los siglos, el número de los que vivían en libertad cayó dramáticamente.
La invención de las armas de fuego y la popularidad de la caza como deporte en el siglo XIX redujo
aún más la población y los últimos leones de Atlas silvestres murieron a bala a mediados del siglo XX.
La investigación actual indica que no hay Atlas puros ni siquiera en cautiverio, pero se está discutiendo
recrearlos usando el ADN de una especie cercana de India, o reproduciendo selectivamente
leones cautivos que contengan genes de esta subespecie.