|
losincas: MACHU PICCHU, Descubrimiento
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: luxyta (Mensaje original) |
Enviado: 08/02/2005 05:39 |
MACHU PICCHU EL DESCUBRIMIENTO El Descubrimiento
El 24 de julio de 1911 es conocido como la fecha del "descubrimiento" de la famosa Ciudadela inca de Machu Picchu, tesoro arquitectónico que había permanecido oculto, por más de cuatro siglos, bajo la exuberante naturaleza del cañón del Urubamba. Este hallazgo fue hecho por el controvertido antropólogo, historiador o, simplemente, por el explorador norteamericano, aficionado a la arqueología, de la Universidad de Yale, profesor Hiram Bingham.
Si bien el descubrimiento le es adjudicado a Bingham, según el investigador del Cusco, Simone Waisbard, el hallazgo fue producto de una casualidad, ya que habrían sido Enrique Palma, Gabino Sánchez y Agustín Lizárraga, los primeros en visitar estos restos arqueológicos sobre cuyas piedras dejaron grabados sus nombres el 14 de julio de 1901. Y porque, además, el arqueólogo inglés buscaba, en realidad, la ciudad de Vitco, el último refugio de los incas y el último punto de resistencia contra los españoles. De manera que el citado descubrimiento de Bingham se reduciría a la difusión del hecho para la ciencia. Sin embargo, para su principal protagonista llegar a este día no fue producto del azar, sino de una extenuante investigación basada en las informaciones proporcionadas por campesinos del lugar, además de varios años de viajes y exploraciones por la zona.
Antes que Machu Picchu fuera descubierta es probable que formara parte de los fundos Qollapani y Kutija. Con el paso de los años quedó la hacienda Q`ente como unidad inmobiliaria. Ellos, Palma, Sánchez y Lizárraga, encontraron viviendo en el lugar al indígena Anacleto Alvarez, quien hacía ocho años atrás cultivaba las tierras arrendadas por doce soles anuales.
Los propietarios del fundo jamás habrían podido conocer metro a metro todo el lugar por su gran extensión y, especialmente, por su topografía tan agreste e irregular. Existieron personas que, efectivamente, conocieron Machu Picchu e incluso vivieron en ella, pero que no tuvieron idea de su grandeza ni de la importancia que tenía ni, mucho menos, tuvieron la posibilidad de darla a conocer al mundo. HIRAM BINGHAM En busca de Vitcos
Se sabe que Hiram Bingham fue descendiente de un misionero y fue quien encontró Machu Picchu para el mundo contemporáneo y para la ciencia moderna. Historiador norteamericano que nació en Honolulu, Hawai, en 1907. Estudió Historia y Geografía de Sudamérica en la Universidad de Yale. Ya desarrollando su profesión, fue escogido como delegado de su país para el Primer Congreso Científico Panamericano llevado a cabo en Chile en 1908.
Años antes, Bingham se interesó en las leyendas tejidas en torno a la llacta de Vitcos o Viticos, el último refugio de los incas rebeldes a los españoles en la selva de Vilcabamba, narradas de forma épica por cronistas de esa época. Llegando a Chile se reencuentra con su interés por la legendaria ciudad Inca, Vitcos, y el valle de Vilcabamba.
Su primera incursión como explorador de montañas, en 1906, fue también su primer intento por encontrar Vitcos, la última capital del imperio, y último refugio de los incas rebeldes a los españoles. Ese año realiza un viaje por la ruta Buenos Aires - Cusco, antiguo derrotero comercial durante la colonia. Llegó luego del largo viaje a Cusco, donde le informan sobre la existencia de ciudades perdidas en el monte, en la enmarañada y escarpada selva tropical de las montañas del Urubamba. Aunque ya tenía referencias por la lectura de cronistas que mencionaban Vitcos, supuesta capital de Manco II, y por el libro del viajero inglés Charles Wienner, quien estuvo en la región por 1876, recogiendo referencias de los vecinos acerca de las localidades de Machu Picchu y Huayna Picchu para consignarlas e incluirlas en el mapa del valle de Santa Ana.
Emprende viaje a la ciudad de Abancay, entrada natural a esa parte de la selva donde supuestamente estaría Vitcos. Por ese tiempo se habían creado muchos mitos sobre la posibilidad de encontrar tesoros incaicos que, según la tradición, habían sido llevados consigo por Manco Inca en su retirada a Willkapampa, razón por la que era común encontrar cazadores de tesoros. Los guías locales lo llevan a unas imponentes ruinas que ahora conocemos como Choquequirao, asentamiento del Tawantisuyo en lo que hoy es Abancay, a ocho horas de viaje de Cusco.
Bingham no se dejó impresionar. Vitcos, la ciudad de Vitcos o Víticos, de sus sueños, debía ser más imponente aún. Esa misma obsesión lo llevaron a estudiar las crónicas e, incluso, los archivos españoles.
Igualmente, entusiasmado por este primer hallazgo, Bingham regresa a los Estados Unidos a fin de reunir fondos para continuar con sus exploraciones, logrando conseguir el apoyo de la National Geographyc Society y de la Universidad de Yale, además de haberse provisto de algún dinero entregado por amigos y familiares. Encontrar Victos ya no era solo un interés académico, era una empresa bien planificada.
En 1911 regresa a Perú a fin de realizar estudios de geología y botánica, y con seguridad de encontrar Willkapampa.
GIESECKE LO CONTACTA CON EL DUEÑO En enero de 1911, el Sr. Braulio Polo y la Borda, propietario de la hacienda Echarati, en la localidad de Mandor, provincia de la Convención, departamento del Cusco, invita al Rector de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, Dr. Alberto A. Giesecke, a su hacienda. En esta visita le refiere que toda la región estaba sembrada de zonas arqueológicas, es decir, ruinas incas, y que sus afirmaciones podían ser demostrada por los habitantes de Mandor o San Miguel.
Giesecke, quien durante sus catorce años de gobierno universitario se destacó como promotor de toda iniciativa arqueológica, conocedor del interés de Bingham, le escribió al respecto. En el Cusco, Giesecke lo puso en contacto con Braulio Polo y Borda. Ya reunidos, le comenta a Bingham que en la colina delante de su propiedad había unas construcciones antiguas cubiertas por vegetación donde el ganado frecuentemente se perdía. Es más, le presentó a Eduardo Lizárraga, un arrendatario de la tierras de labrantío que vivía en el área desde los años setenta del siglo XIX. Con el conocimiento indudable de las referencias citadas, las confirmaciones de Giesecke y Braulio Polo, y los relatos de Lizárraga, que ya había dejado su nombre grabado en la piedra de Machu Picchu, en los primeros días de julio de 1911, Bingham llegó al valle de Vilcabamba, con una primera comisión científica de la Universidades de Yale, con quienes descubrió la Ciudadela Imperial de Machu Picchu.
El 23 de julio de 1911 Bingham se presenta en Mandor, junto con el Sargento Carrasco que lo escoltó desde Cusco por orden del Prefecto Juan José Nuñez. Ellos encontraron en su choza al campesino Melchor Arteaga, quien le dice a Bingham sobre la existencia de dos sitios de incas, llamados Machu Picchu y Wayna Picchu. De este modo, Bingham consigue información cierta, contrata a Arteaga como guía local y logra llegar, al día siguiente, a Machu Picchu, la Ciudad Inca.
Ese día, el 24 de julio de 1911, después de examinar la pronunciada pendiente de la montaña donde está Machu Picchu, decide subir por donde todavía hoy es el camino de ascenso a la Ciudadela. Melchor Arteaga lo condujo hasta Machu Picchu, tras penosa ascensión por el flanco este de la montaña. Después del mediodía llegaron a otra choza dónde encontraron a Anacleto Alvarez y Toribio Recharte. Ellos eran dos campesinos humildes que, junto a sus familias, vivieron en el área cultivando sus terrazas prehispánicas.
Ese mismo 24 de julio llegaron a la cima del cerro llamado Machu Picchu, donde esta la fabulosa llacta inca de Picchu. El espeso manto verde que cubría la Ciudadela no hizo posible una primera apreciación objetiva des descubrimiento, sino que machete en mano desbrozaron algunas secciones de los muros. Es fácil imaginar la admiración de los exploradores cuando se les reveló, oculta por la densa vegetación, la Ciudadela de Machu Picchu.
Esto hizo pensar a Bingham en la supuesta capital de Manco II, idea que sustentó algún tiempo en sus relatos, incluso hasta después que empezó a hablar de Pacareqtambo,"Posada del Amanecer", de donde los hermanos Ayar habrían emprendido su marcha al Cusco, idea errada para nuestros días. Bingham la bautizó con el mismo nombre del cerro que la cobijaba y no tuvo dudas que ésta, sí, era la legendaria Vitcos.
LA VERDAD, NO ERA VITCOS Bingham creyó que había encontrado el Vitcos de Manco Inca en Machu Picchu; creencia errada pues antiguas crónicas, que no conoció Bingham, refieren la situación exacta de esa ciudad. Otras referencias sobre la zona monumental en mención, antes de Bingham, pueden encontrase en el Archivo Histórico de la Universidad del Cusco, en documentos referentes a linderos y dominios de la hacienda Cutija, en la cabecera del Valle de la Convención, o en documentos de la circunscripción de la provincia de Urubamba. Desde entonces, la viuda de Agustin Lizárraga, y hasta hoy sus descendientes, cuestionan el informe de Bingham, pues afirman que el campesino, joven intrépido, descubrió Machu Picchu durante sus exploraciones cuando buscaba tierras de cultivo en el año 1900, y se había establecido en el área antes de la llegada de Bingham. En 1912, los arrendatarios de esas mismas tierras, eran los Señores Arteaga y Lizárraga, siendo el primero el que guió a Bingham en 1911. Dicen que Lizárraga llegó a la ciudad perdida usando el camino de San Miguel que divide la "Plaza Santa", y que en sus visitas sucesivas encontraron algunos objetos como nichos, cerámicas, oro y plata, que vendieron a un rico comerciante muy conocido en Cusco. Esto sería verdad, en razón del carbón de leña encontrado por Bingham en las ruinas. Tan es así que Bingham escribió en sus relatos: "Nosotros sabemos que Lizárraga había sido un buscador de tesoros en estos bosque diez años antes de nuestra visita...". Es posible que ningún otro campesino, aparte de Lizárraga, pudiera profanar el lugar, porque en la sociedad andina tiene profundo arraigo la tradición de un profundo respeto y reverencia hacia las huacas, además del temor, enraizado en su cultura, por la profanación de las tumbas de sus antepasados, pues al considerarlas protegidas, la profanación acarrea infortunio, enfermedades y muerte. Lizárraga murió en circunstancias muy extrañas en 1912. Dejó para su viuda algunos tesoros que ella donó al convento de Santa de Clara en Cusco, después de ingresar a la confesión católica. EXPEDICIONES NACIONALES Luego de este primer contacto con Machu Picchu, Bingham se comunica con Giesecke, quién cuenta el acontecimiento a José Cosio, secretario de la Universidad San Antonio Abad del Cusco y catedrático de la Facultad de Letras, sugiriéndole organizar una expedición comprobatoria. Este último se contacta con Enrique Palma, quien le refiere haber visitado Machu Picchu 10 años antes (1902).
Apresuran los preparativos de la Expedición Universitaria cusqueña, partiendo con una comitiva compuesta, además de los organizadores, secretario y Sr. Palma, por los hermanos Justo y Luis Ochoa, acompañados, entre otros, por el Dr.Alberto López, quien años después fuera General de Sanidad, contando en ese entonces con doce años de edad. Encabezados por el Dr. Cosio, salieron con rumbo a la hacienda Qollpani, en el Urubamba, cuyos copropietarios eran los señores Ochoa. De allí se trasladaron al paraje conocido como playa San Miguel e iniciaron el ascenso a Machu Picchu en la mañana del 18 de enero 1912.
Desbrozando la maleza de uno de los muros pudieron comprobar la existencia de la inscripción dejada por Enrique Palma y otras tres personas en el año 1902. Allí, refirió Palma, que en aquel tiempo encontraron un arrendatario de apellido Meza, sembrando en chacras y algunas terrazas de Machu Picchu, quien informó pagar doce Soles de Oro a los propietarios de la hacienda Cutija. Diez años más tarde los arrendatarios de esas mismas tierras eran Arteaga y Lizárraga, siendo el primero quien condujo seis meses antes a Bingham hasta la ciudad.
A fines de julio de 1912 y altamente motivados por los informes del Dr. Cosio, llegó a Machu Picchu una nueva expedición formada por una veintena de universitarios cusqueños, entre los que se cuenta el Rector Alberto A. Giesecke, Romualdo Aguilar, catedrático de Derecho Procesal y varios más entre profesores y alumnos.
Lo extraño de estas expediciones nacionales es que no publicaron sus experiencias. Quizás tenga razón Rafael Aguilar Páez cuando afirma que "El Dr. Bingham descubrió Machu Picchu y lo conoció para hacerlo conocer al mundo culto, como otros muchos lo conocieron para su propio capote.. ..(Aguilar Páez 1961:p.63ss.) Es posible que Bingham hubiese trabajado silenciosamente los meses de junio, julio y agosto de 1912. Se sabe que estudiantes universitarios en expedición a Machu Picchu, encontraron a Bingham dirigiendo excavaciones y reconocimiento de la Ciudadela con primera expedición que había organizado, luego de dar a conocer su descubrimiento en su país de origen, Estados Unidos.
No obstante, el informe de Cosio es un cúmulo de alabanzas a Bingham, asistentes y demás personas participantes en aquellos trabajos de reconocimiento, recomendando cautelar los intereses nacionales.
Finalmente, en 1915, se realizó la segunda expedición de la Universidad de Yale y la Sociedad Geográfica Nacional de Washington. Bringham estableció su cuartel general en Ollantaytambo y exploró las vías de acceso de Rosaspata en Vilcabamba. Las colecciones arqueológicas de las varias expediciones de Bingham están en el Museo Peabody de la Universidad de Yale (Rowe - 1959: pag.8). EL SAQUEO CULTURAL Encontrado Machu Picchu, la Vitcos de sus sueños, Bingham busca apoyo económico en la Universidad de Yale y la Sociedad Geográfica Nacional, apoyo que le fue concedido. Contrata un grupo de arqueólogos y antropólogos (entre los q ue destaca G. Eaton) para excavar el lugar, y regresa al Perú, a mediados de 1912, para trabajar directamente en Machu Picchu al frente de la misión. Con los auspicios del Gobierno del Perú de esos años, y dando clara muestra de su desinterés por el pasado incaico, el 31 de octubre de 1912, Bingham obtiene la autorización para ejecutar los trabajos en Machu Picchu. Lo grave es que recibe el permiso para llevar a Estados Unidos los objetos encontrados durante sus trabajos arqueológicos, ya que según el cuarto artículo de esa autorización Bingham podría sacar libremente del país todas las piezas obtenidas durante sus exploraciones, pero con el compromiso de devolverlos a la petición simple de Perú. La autorización en nombre de la "etiqueta internacional" infringió algunas normas legales y causó un daño irreparable a la herencia cultural de Perú. Las actividades de Bingham transcurrieron durante el primer gobierno del presidente Leguía. Probablemente por la complejidad de los problemas políticos, económicos y sociales que afrontaba, no le permitieron vislumbrar la magnitud del saqueo del que estaba siendo objeto el Perú. En aquellos días no había carretera, trasporte automotor o avión, y el viaje a Cusco duraba muchos días. Hiram Bingham y su equipo trabajaron intensivamente en el parque arqueológico de Machu Picchu durante 5 años, excavando prácticamente cada metro cuadrado. En sus ambientes encontraron tumbas antiguas, momias y restos de 173 personas juntoa sus pertenencias, incluyendo ropa, alimentos, alfarería y ornamentos. Sin embargo, en el libro "The Lost City of the Incas", Bingham afirma que no encontró nada en la Ciudadela, salvo unos cuantos cacharros, objetos de espinas vegetales y uno que otro objeto de cobre. Después de la minuciosa investigación y todos los trabajos realizados, informó que no se encontró ningún objeto de metal precioso en Machu Picchu. En todo caso, Bingham escribió que cada objeto que encontró en Machu Picchu fue depositado en la Universidad de Yale. Hoy pueden encontrarse los objetos encontrados en Machu Picchu en el Museo Peabody en Yale. La exhibición consiste en 10 pedazos de alfarería Inca, 10 de metalurgia, 10 de construcciones de piedra, 3 tazas de madera, muy pocos textiles y un qhipu Inca. Bingham sólo comunicaba sus descubrimientos a través de su representación diplomática, ocultando medianamente la realidad de los sucesos. Realizó dos expediciones, pero como semejantes comitivas no podían pasar desapercibidas en el Perú una legión de ciudadanos extranjeros "asistentes" de la expedición Bingham, que iban y venían del Cusco. Las autoridades de Lima empezaron a tomar nota. Lamentablemente, la reacción del gobierno de turno ante semejantes hechos fue tan lenta que, cuando quisieron tomar cartas en el asunto, ya era demasiado tarde. Enrique Portugal, periodista arequipeño que vivió en Argentina denunció, en los diarios y revistas bonaerenses, el incalificable saqueo que se perpetró en Machu Picchu, en los repetidos viajes de "exploración" que hizo Bingham al Perú. Según el periodista, Bingham fue "el más peligroso y directo pirata que puso pie en Machu Picchu, con ayuda de unos y la ignorancia de otros, saqueando la Ciudadela, llevándose riquísimos cargamentos de objetos de oro y obras de arte que hoy se hallan en diversos museos de Estados Unidos y en museos privados....." Es una denuncia no refutada hasta la fecha. Tan es así, que a fines de 1911 se produjo un levantamiento en el sureño puerto de Mollendo, protestando por la salida del país del material arqueológico, subrepticio envío de cajones rotulados como "sherds", que no eran sino momias completas, con todo su ajuar funerario y otros materiales. Era el quinto despacho de cajones bajo la fuerte custodia de ciudadanos norteamericanos expresamente comisionados por Bigham para la custodia de su envío al exterior. En 1912 se repite este levantamiento, pero ahora extendido a las ciudades de Puno y Arequipa. El explorador debe cesar sus actividades y, como consecuencia, el gobierno peruano enfrenta la demanda de Bingham para continuar con su proyecto. Paradójicamente, el Museo de Sitio actual, construido en la margen izquierda del río Urubamba, carece de material arqueológico perteneciente a la zona, sólo fotografías, calcos, uno que otro objeto y cuadros de flora y fauna, componen su patrimonio cultural. Igual pobreza sufre el Museo Arqueológico del Cusco. En oposición, Bigham, de explorador desconocido, después del saqueo de Machu Picchu, elevó su satus socio-económico, recibió doctorados en historia, cátedra en Yale y participó en la gobernación estatal. En la actualidad, es creciente la opinión de tener a Bingham y sus actividades como uno de los mayores ejemplos de piratería del patrimonio cultural que ha sufrido el país. Cuestionable, por tanto, presentarlo en los textos nacionales como descubridor de Machu Picchu
|
|
|
Primer
Anterior
Sin respuesta
Siguiente
Último
|
|
|
|
|
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|