Sin duda la planta más mágica y curiosa al mismo tiempo es la Rosa de Jericó. Un elemento decorativo pero a la vez mágico y muy discreto.

Estamos hablando más de un ser vivo que de un objeto mágico, sin embargo, la Rosa de Jericó, tiene esta extraña dualidad: objeto, entendiendo como tal, algo que resulte decorativo, cosa verdaderamente práctica a la hora de mantener la discreción de utilizar lo que realmente es, un elemento mágico.

La rosa de Jericó, a primera vista se presenta con una forma estropajosa, irregular, aunque un tanto esférica, amarronada y con encogida en sí misma. Dicen los expertos que ello se debe a una autoprotección, es decir, está conservando toda su energía antes de conceder favores y al mismo tiempo, se está preservando de toda influencia negativa o nociva que sea externa.

Usar la rosa de Jericó es fácil, sin embargo, precisa de ciertos cuidados, no se trata de ponerla en un cuenco con agua y ya está, sino de trabajar un poco más.

Lo primero que debe hacer la persona que desea adquirir una rosa es pensar profundamente en ese hecho y, si tiene opción, es decir, si se acerca a una tienda centro especializado en el que las vendan, dejarse llevar por el impulso natural y dejar que su mano se encamine por sí sola hacia una de esta rosas. Lo que cuenta en definitiva es el impulso, la energía natural en movimiento y no las preferencias humanas de esta o aquella rosa.

A partir de este momento ya se ha establecido una conexión entre el usuario y su elemento mágico. El siguiente paso consiste en buscar un lugar adecuado en el hogar para ese maravilloso ser que... está vivo. Pero antes deberemos proceder a su consagración en un sencillo ritual.

Una vez localizado el lugar en el que se asentará la rosa, será necesario purificarlo, para esto bastará con encender unas varillas e incienso o una vela blanca durante al menos quince minutos, ello favorecerá la desaparición de posibles turbulencias y energía estáticas, ayudando a la acomodación de la rosa en el que será su ambiente.

A partir de este momento el usuario deberá buscar un cuenco o recipiente que llenará de agua en dos terceras partes y posteriormente depositará la rosa en su interior y a partir de aquí formará un conjunto en el que incorporará los siguientes elementos:

.- Sal marina.

.- Una vela blanca .

.- Una vela negra.

Rodeará el bol con la planta de sal marina para que proteja el conjunto del ritual. Colocará la vela negra a la izquierda y la blanca a la derecha.

En actitud de relajación el oficiante encenderá las dos velas, en el mismo ordenen que han sido colocada y dirá en voz alta:

"En este recinto sagrado delimitado por la sal, envío mi fuerza y mi energía a este conjunto."

"Pido que el poder de la vela negra congregue en ella toda la negatividad que pueda existir en este ambiente y en esta planta".

"Pido que el poder de la luz de esta vela blanca , caiga sobre la rosa de Jericó para que la purifique".

Daremos por finalizado el ritual cuando las dos velas se hayan consumido en la totalidad. Tomaremos sus restos y lo depositaremos en el fondo del bol de agua que contiene la rosa.

El oficiante, con el tiempo percibirá que la rosa se expande abre sus "brazos" y pétalos al universo recogiendo la negatividad que condensará en el agua y filtrará a través de sus poros como si de una verdadera fotosíntesis cósmica se tratase y emitiendo al mismo tiempo positividad en ese micro universo en el que está situada.

Existen varios cuidados para la rosa y como siempre en estos temas diferentes hipótesis de su uso cotidiano. De una parte algunos autores recomiendan cambiar al menos una vez a la semana o cada diez días la mitad del agua del cuenco que será renovada por otra que previamente antes de compartir la energía de la rosa, habrá sido purificada colocándola en una vasija o vaso lo suficientemente grande alrededor del cual se habrán encendido una vela verde y otra marrón.

Otros investigadores afirman que el agua de la rosa no debe cambiarse nunca solamente purificarse de forma periódica (una vez por semana y preferentemente en domingo) entre tres y cuatro de la tarde con aroma de sándalo o jaipur, tanto si es en incienso o con esencia de perfume.

La rosa de Jericó como todo ser que está vivo tiene un fin de su ciclo, que no una muerte porque nada se destruye, simplemente se transforma.

Su fin no se debe a malos cuidados o a mal ambiente aunque el no creer en ella, maltratarla o incluso despreciarla puede agilizar de "muerte física".

Realmente la rosa llega un momento en que cambia el color y su tonalidad de vivacidad se convierte en color de fin, en ese momento la rosa ya no puede filtrar más energía, ha cumplido su función y debe ser , si se desea, sustituida por otra.

Un producto como la rosa de Jericó, un elemento mágico que ha "trabajado" o cuanto menos colaborado con la persona no debe ser tirarda a la basura sin más. La permutación o el tránsito hacia ese otro plan debe ser respetuoso y ordenado. Por ello cuando la rosa llegue al fin debe ser tomada entre las dos manos y en estado de meditación agradecerle en voz alta todo el trabajo que ha realizado.

Tras el agradecimiento será necesario depositarla en un cuenco de barro o metal se rociará con alcohol, cinco gotas de esencia de pajirata y tres gotas de esencia de jazmín. Se prenderá todo el conjunto y se dejará arder hasta su consumición final, entonces y sólo entonces habremos sido verdaderamente agradecidos con la Rosa de Jericó.

Bendiciones,

Cris. ( http://groups.msn.com/Inquietudes/bienvenida.msnw)