Existes dos expresiones que señalan el eje que mantiene unido el Cielo y la Tierra. La montaña cósmica o el árbol cósmico. Ambos significan la unión mística del Cielo y la Tierra. Este concepto no es exclusivo de la literatura occidental. Para los mayas, los guerreros que morían en combate, las víctimas de los sacrificios ofrecidas a los dioses, las mujeres que morían en el parto, los sacerdotes y los suicidas iban directamente al cielo tras su muerte; Ixtab descendía del cielo a recoger sus almas y las conducía al paraíso a que descansaran bajo la sombra del árbol cósmico. Ixtab, en la mitología maya, diosa del suicidio. Se la representa suspendida del cielo con una cuerda alrededor de su cuello y con síntomas de putrefacción en su rostro.
En la Biblia, ese monumento de esoterismo, parecido significado tendrían la escala de Jacob, las columnas de humo y fuego durante el éxodo del pueblo judío por el desierto, la nube que se cernía y detenía sobre el Tabernáculo. En el Nuevo Testamento, la Estrella de Belén detenida sobre la gruta donde nació Jesús -punto de encuentro del Cielo y la Tierra- sitio sagrado precisamente para los “Reyes Magos”, quienes eran astrólogos caldeos.