Magia con Hielo O también llamada Magia fría, por ser el hielo, la nieve o el agua congelada los artífices de neutralizar influencias negativas, enemigos ocultos, alejar daños y malos pensamientos, desbloquear obstáculos o impedimentos externos y limitaciones de las personas; con el objetivo de enfriar o congelar el mal, en cualquiera de sus manifestaciones. Dependiendo del fin que se proponga quien la ejecute, puede tratarse de una magia blanca o portadora de buenas intenciones, o puede ser sumamente perjudicial cuando el propósito es interferir en la libertad de acción y elección de quién la recibe. El poder de éstas técnicas resulta a veces tan drástico, que debe de utilizarse solamente ante circunstancias que así lo justifiquen; es uno de esos tipos de hechizos que por su potencial vigor, merece nuestra consideración. El agua (en estado sólido para estos métodos) es un elemento mágico, principio de vida, enlazado con el inconciente; pero tratándose del hielo o la nieve, se encuentra en estado diferente y se convierte en una materia dura y fría, que si bien puede purificar y servir de barrera a la llegada de males que pretenden hacernos, también puede destruir o paralizar la vitalidad de una determinada situación o relación. Por eso es importante tener bien en claro y en cuenta que cuando nos servimos de estos encantamientos para protegernos de otros, lo que debemos congelar es esa determinada situación que nos perjudica, pero no a la persona en sí misma. Siempre se debe intentar neutralizar la intención del rival o atacante, no a su persona. Las maneras de poder utilizar estos rituales son variadas; pero las más conocidas y practicadas son las siguientes: -Contra envidias y celos de adversarios- Se coloca en un frasquito de vidrio que contenga un 75% de vinagre de alcohol en su interior, un cuadradito de tela blanca en donde se escribirá con bolígrafo negro el deseo negativo de la persona que pretende conciente o inconcientemente hacernos daño y se lo ingresa adentro del freezer o el congelador de la nevera, hasta que los malos días cesen y nuestro contrincante nos haya sacado de su foco de atención. |