El nombre de esta planta tiene su origen en la palabra salvus (salvados) aludiendo a sus propiedades de salvar al hombre de muchas molestias y enfermedades.
De esta planta existen dos clases, una recta que puede desarrollarse hasta un metro y medio de altura y otra que crece casi pegada al suelo, pudiendo elevarse hasta unos 20 centímetros. Ambas tienen olor fuerte aromático, el sabor es picante y amargo, las hojas son verdes, arrugadas, pegajosas, algo felpudas y dentadas. Las flores son azul o en algunos casos violáceos.
En el siglo XIII se le atribuyeron tantas propiedades y era uno de los medicamentos más enérgicos para muchas enfermedades, que de ella decían: Salvia salvatrix, naturae conservatrix, y ¿cur moritur homo cui crecit salvia in hortis? (Salvia salvadora, conservadora de la naturaleza y ¿por qué muere el hombre que tiene salvia en los huertos?).
De las tantas propiedades de esta planta, solo mencionaremos las principales:
Facilita la expectoración y cura la tos, bronquitis;
Cura la dispepsia, mejora la digestión; combate los vómitos nerviosos, las diarreas persistentes de los niños de pecho, los catarros, los sudores nocturnos; activa la circulación de la sangre, evita la secreción láctea en el momento del destete: combate la jaqueca (los dolores de cabeza de origen nervioso) y la fiebre tifoidea; normaliza las funciones menstruales tanto por lo que se refiere a la cantidad como a la duración del período y a la regularidad de su presentación; disminuye el azucar de la sangre y orina (combate la diabetes), etc.
USO: Para todo lo indicado anteriormente, se prepara en infusión una cucharadita de hojas de salvia por taza de agua y se toma de 3 a 4 tazas por día. Si se endulza con miel de abejas es mejor.
También para los mismos casos se puede echar en una botella de vino blanco (de buena calidad) 10 o 12 cucharadas de salvia, luego bien tapada dejar durante 9 días y colando tomar en copitas (pequeñitas) antes de las comidas.
Para curar las heridas infectadas, la tiña, sarpullidos, eczemas, granos y otras enfermedades de la piel, se hierven 10 cucharadas de salvia en un litro de agua durante 5 minutos y con este líquido se lavan una vez por la mañana y otra por la noche.
Para curar las aftas, la inflamación de la laringe (laringitis) y las amígdalas (dolor de garganta o amigdalitis), se hierven durante 5 minutos 8 cucharadas en un litro de agua y con este se hacen gárgaras y enjuagues cada media hora.
Para curar la parálisis y las hinchazones por un golpe de aire (mal aire), se calientan frescas las hojas de salvia en un recipiente sobre el fuego y estrujándolas bien se frotan las partes afectadas y enseguida al acostarse se aplican éstas bien calientes sobre la parte enferma, sujetándolas con una gasa o paño para que no se caigan hasta el otro día. A los niños que no pueden caminar, se les frota con ellas la columna vertebral y las piernas.
Para ennegrecer el cabello, se frota la cabeza con el zumo de las hojas de salvia.
IMPORTANTE: Esta planta no la deben utilizar las personas con enfermedades inflamatorias del hígado, los riñones y el estómago. Tampoco deben hacer uso de ella las madres que den de lactar, pues como ya se indicó, esta planta tiene la propiedad de evitar la secreción láctea.