Cierta mañana, me detuve en un restaurante de una clínica para desayunar con una amiga. Veníamos de acompañar a una amiga mutua que estaba en su tratamiento de quimioterapia y la habíamos dejado en su casa reposando.
Iba charlando con mi amiga, cuando dirigí mi mirada hacia una de las mesas del lugar y vi aquel cuadro que conmueve al de más duro corazón: era una joven mujer con su cabeza cabizbaja, apoyada sobre su mano y por cuyas mejillas corrían lágrimas vivas, a su lado en otra silla estaba una niñita de cuatro o cinco añitos con su cabecita posada sobre la mesa.
Inmediatamente me dirigí hacia ella como atraída por una fuerza de imán, lo que creo entender es sólo la plena acción del amor de Dios que habita en los que lo aman, lo que me llevó hacia ella. Muchos habían salido y entrado del aquel lugar, y aunque yo no soy una doctora, enfermera, ni nada parecido para hacer un alto de rigor, simplemente sé que son esos momentos especiales que te pone Dios para tocar a otros con manos humanas por Ãl.
Doblé mis rodillas colocándome en posición de cuclillas, para verle el rostro, le tomé del brazo y le pregunté:
-Amiga, ¿qué te pasa, por qué lloras?
Ella me respondió con voz quebrada:
-"Estoy triste porque mi hijita tiene fiebre alta desde hace días, los médicos no encuentran qué tiene y se la pasa así como usted la ve".
Le di palabras de consuelo, de esperanza y de ánimo, de bendición, pero no dejaba de llorar.Le dije si podía pedirle a Dios que sanara a su niñita, y asintió con gran deseo en su expresión.Me despedí y me retiré con mi amiga y no volví a mirar hacia allá como si se me hubiese olvidado el suceso.Cuando nos disponíamos a salir del lugar se me atravesó una niña corriendo, veo que viene la joven madre hacia mí y me dice:
-Muchas gracias, no tengo con qué pagarle. Tenía muchos días que no veía a esta niña así contenta, y cuando la vio salir me preguntó: ¿Mami, ella es un ángel?
-Yo le sonreí, y me despedí sin dejar de mirarlas una y otra vez.
(Autor desconocido)
Es increíble,mis queridos amigos y amigas,como unas cuantas palabras de afecto,de interés,de preocupación por nuestros semejantes pueden obrar el milagro que tanto necesitamos en un momento determinado de nuestras vidas.
Tengamos siempre presente que somos las manos de Dios en la tierra,por lo tanto, no dudemos cuando ÉL nos impulsa a realizar una obra de bien.
Que Dios los bendiga,guarde con bien y nos mantenga alerta para acudir en ayuda de quien lo necesite y contribuir a que este nuevo año esté pleno de milagros, de luz, de amor y de paz para toda la humanidad.