Uno de los preceptos fundamentales de la Nueva Era es que recibimos de acuerdo con nuestras creencias. Hace ya bastante tiempo Carl Jung, famoso psicólogo y místico, enseñaba su teoría de la mente comprobadora. Decía que si nosotros afirmamos algo, ya sea positivo o negativo, nuestra mente intenta verificarlo de cualquier manera.
De esta forma, si creemos que no merecemos amor, por ejemplo, nunca encontraremos alguien con quien compartir afecto, ya que nuestra mente es obediente a nuestras creencias.
Lo mismo sucede cuando hablamos de dinero, si repetimos hasta el cansancio que el dinero es sucio, o que hay que matarse trabajando para ganar apenas lo suficiente, esto será lo que lograremos.
Es importante, al realizar las afirmaciones, que siempre se hagan en tiempo presente y en sentido positivo. Por ejemplo, la afirmación: "No me gusta ser pobre" sólo atraerá más pobreza. La forma correcta es decir: "Tengo el dinero suficiente para vivir de acuerdo con mis gustos".
Para trabajar con esta técnica, repite las afirmaciones todas las veces que lo recuerdes, nunca serán muchas. Intenta repetirlas cantando, haciendo juegos de palabras y escribiéndolas por lo menos veinte veces al día.
Algunas afirmaciones con las que puedes comenzar son:
Mi situación económica mejora cada día.
Hay oportunidades de progreso financiero en todas partes, sólo tengo que aceptarlas.
Mi trabajo es una fuente de dinero cada vez más rica.
Me merezco la prosperidad y todos los bienes que deseo.
Tu lista de afirmaciones puede continuar de acuerdo con tus necesidades específicas. Realízalas siempre en tiempo presente.
A diferencia de las técnicas anteriores, esta corriente de pensamiento nos invita a no ponerle límites a nuestros pedidos, sino a pensar en términos absolutos: la prosperidad, la abundancia, el bienestar. La base de esta filosofía es ver al Universo como un proveedor inagotable, como una fuente de energía ilimitada que nos ayuda constantemente.
El único requisito para conectarnos con esta fuente divina es aceptar cada pequeña cosa como un don de Dios y, por lo tanto, al dinero como uno de ellos. Recibimos estos dones por actuar rectamente en todos nuestros actos. También es importante pensar que no debemos decirle al Universo cómo debe venir a nosotros el dinero para no limitar su poder.