Es por eso que su uso en la vida diaria y su mística esta presente desde la más remota antigüedad hasta nuestros días. El incienso ha estado y sigue presente en multitud de celebraciones y cultos y es un ingrediente que no sólo acompaña a los rituales religiosos sino también a aquellos eventos más cotidianos y por supuesto, allí donde la magia quiere hacer acto de presencia. Hoy se utiliza porque es un medio que permite alcanzar un estado elevado de conciencia necesario para realizar las prácticas mágicas.
Conservando la tradición a través de los siglos, el arte de manufacturar incienso, ha permanecido tan puro como en sus comienzos. Seleccionando las mas exquisitas esencias de diferentes flores, plantas y especias, y mezclándolas en proporciones adecuadas, los fabricantes de incienso maravillan al mundo con sus fragancias.
En la actualidad, existen una gran variedad de inciensos en muchos comercios del ramo y en mercados, inclusive existen diversos vendedores de calle. Unos más económicos y otros más costosos, en forma de grano o de varillas. Sin embargo es recomendable tener una cierta precaución a la hora de comprarlos pues existen muchos de ellos, de muy mala calidad, que pueden resultar tóxicos al haberles añadido otras sustancias que permiten una fácil combustión. Lo más adecuado es adquirirlos en establecimientos o tiendas esotéricas donde nos aseguren su calidad y su inocuidad. Estos suelen quemarse en recipientes especiales, pebeteros o incensarios en el caso de los inciensos en grano, y en tablillas especiales en el caso del incienso en varillas. Las varillas no revisten ninguna dificultad, posiblemente es la forma más cómoda de quemar incienso, sólo tenemos que sujetar la varilla en una tablita especial y prenderle fuego con la llama de una cerilla o mechero. En el caso del incienso en grano se queman sobre carbón vegetal que previamente hemos incendiado en el pebetero o incensiario.
El aroma de cada incienso y su efecto:
El incienso natural: revitalizante que ayuda al despeje mental , clarificador, relajante ideal en la meditación, y estabilizador emocional.
Estoraque: suavizante y unificador que atrae gente, que relaja y es sensual activando la atracción sexual, armonizante emocional, sensual, ideal, para el amor.
Ámbar: revitalizante en lo anímico, antiestrés, y estabilizador en general.
Jazmín: estimulante anímico, antidepresivo, unificador, mejora la meditación y aumenta el apetito sexual.
Patchuli: para la meditación , estabilizador, para lo sensual y para el dinero.
Frutilla: para los afectos y las emociones, unifica y relaja, y también tiene efecto antiestrés.
Pino: es refrescante y revitalizante; ayuda a despejar la psiquis, para una mayor concentración
Eucaliptus: relajante y refrescante, clarifica y optimiza.
Violeta: suaviza, relaja, unifica y estabiliza anímicamente.
Lavanda: revitalizante, refrescante, ayuda al despeje psíquico y a la sensación de paz.
Rosa: atrae el amor, sirve para aprender a amarse y para atraer la amistad.
Jengibre: para el poder y también relaja el espíritu.
Cedro: para la limpieza y la purificación, ayuda a la valentía.
Sándalo: protección, sanación.
Mirra: protección, espiritualidad.
Gardenia: para aliviar el dolor de un amor.
Coco: protección, purificación.
Canela: para atraer el dinero y el éxito.
El incienso facilita la concentración y la meditación individual o de un grupo, crea un ambiente placentero en las casas o en el trabajo, liberando así el ambiente de energías negativas, atrae las energías positivas y purifica el entorno y a las personas librando el entorno de las malas influencias, concentra las fuerzas y las dirige hacia el objetivo que se ha propuesto, siendo capaz de ayudar a conseguir lo que en un determinado momento se desea. Perfuma, relaja y armoniza la mente. En definitiva, el incienso es otro regalo que la naturaleza hace al ser humano. Es un ingrediente más para que las prácticas mágicas sean realizadas con éxito.
Acerca del nombre del incienso, los hebreos le llamaban lebonah, los griegos libanos, los árabes luban y los romanos olibanum; en todos los idiomas significa lo mismo, esto es: ‘leche’, por el aspecto de la resina al brotar del árbol. Sin embargo en la actualidad se le llama incienso, nombre que deriva del vocablo latino incendoere, es decir, ‘encender’, ‘quemar’, ‘incendiar’, ‘prender fuego’, iluminar’. Los datos arqueológicos que poseemos sobre el incienso se remontan al Valle del Nilo: en los templos de Deir el-Bahari se pueden observar inscripciones con dibujos de rituales netamente esotéricos, donde son más que evidentes las nubecillas del humo del incienso. Hace alrededor de quince siglos, los egipcios viajaban al país de To-Nuter para buscar incienso. Las historias narran que el rey Rama-Ka llevó a su tienda arbolitos pequeños de incienso, los sembró cuidadosamente a la hora precisa, bajo los augurios estelares y logró de esta forma perfectos y esbeltos árboles de excelente madera y gomorresina. Los fenicios, por su parte, siendo grandes navegantes y comerciantes, llevaban siempre en sus navíos leños de incienso para comerciar con el mundo conocido. Más datos históricos sobre el incienso se tienen a partir de los relatos de Alejandro Magno: se cuenta que al tomar la ciudad de Gaza, acumuló entre los preciosos objetos del botín de guerra 500 talentos de incienso y 100 de mirra. Por su lado, Estrabón nos narra cómo se hacían las transacciones comerciales con Arabia, la zona del Mar Rojo y hasta China, en búsqueda del tan preciado incienso. También Dioscórides y Plinio citan en sus obras acerca del auge que tuvo el incienso en los templos de los tiempos de la Roma Imperial. Uno de los datos más notables proviene de Nerón: se dice que habría quemado impresionantes cantidades de incienso ante el sepulcro de Popea. |