Depositaremos en un salero vacío, preferentemente de plata y cristal, una moneda o pieza de oro, pasando luego a rellenarlo con sal muy fina. Espolvorearemos la sal en el fondo de un caldero de bronce dibujando dos cruces de San Andrés (los palos se cruzan en forma de «X» o aspa) y junto a él colocaremos un bolso boca arriba que sólo contendrá el salero que hemos utilizado para el presente ritual. Nota: Todos los jueves renovaremos el ritual guardando los granos de sal con los que hemos realizado las cruces en una cajita de madera.