Desde tiempos ancestrales, los eclipses -tanto lunares como solares- han sido considerados por muchas culturas como los causantes de tormentas, terremotos y otras furias de la naturaleza, suerte funesta, malos presagios e incluso la ira de los dioses.
Históricamente, los eclipces han presagiado la muerte o el asesinato de figuras políticas -como el emperador romano Nerón y Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique VIII, Rey de Inglaterra-, plagas -como la muerte negra en 1348-, y guerras -como la Primera Guerra Mundial en 1914. No es difícil percatarse de por qué los eclipses han llenado de pavor a todo el mundo y han ganado tan siniestra reputación.
La creencia popular y muchos libros de texto mágicos ancestrales previenen contra el lanzamiento de hechizos o la realización de cualquier rito mágico en el día o la noche del eclipse.
La mayoría de los hechiceros de hoy en día continúan haciendo caso de la conseja -no porque teman ser derribados por el rayo luminoso lanzado por la ira de algún dios; sino al contrario, porque durante un eclipse las líneas de fuerza lunares o solares están divididas y sus resultados en la magia se anulan.
Hay algunos paganos que consideran que los eclipses son mágicamente significativos y realizan rituales durante ellos para atraer su poder.