EL MAL DE OJO
El ojeo o mal de ojo es una de esas potencias malignas que poseen ciertas personas, conscientes o involuntariamente, que causan el malestar en los seres de la tierna edad. Un ojeo puede presentarse de dos maneras: como ojo callado, que se manifiesta cayendo el niño en un profundo sueño y exhalando débiles quejidos, como ojo llorado, que es cuando el infante lloriquea y grita sin descanso.
En ambos casos, una persona que no sea de la familia prepara la contra: un zumo de palqui con sal. Esta le pinta al enfermito la frente, las articulaciones, las manos y la planta de los pies. Además, la espalda y la parte del corazón, colocándole un poco de zumo dentro de la boca. Entonces el niño suspira, duerme y... se pasa el ojeo.
Sin embargo, la mejor prevención contra el mal de ojo es el uso del color rojo.
Basta una lanita encarnada, puesta al cuello, sosteniendo una medalla religiosa, formando parte de un gorro, escarpines o cualquier prenda de ese color para ahuyentar el daño. Si por desgracia éste ocurriera, habrá que destruir el mal con los otros siguientes procedimientos:
-Se le pone al niño ojado la camisa de un Juan (alguien que lleve ese nombre).
-Se pasa el niño en cruz, y por tres veces por encima de una planta de palqui.
-Se hacen sahumerios con tierra de las tres esquinas o nido de diuca.
-Se le pone ají tostado en cruz sobre la cabeza y se le recitan oraciones.
El mal de ojo puede recaer también sobre los animales. Los animales guachos son igualmente vulnerables al ojeo, tanto como las plantas.