COMO SER MUJER Y NO MORIR EN EL INTENTO
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El Día Internacional de la Mujer se celebra el 8 de marzo y está
reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En este día se conmemora la lucha de la mujer por sus derechos en
la participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y
en su desarrollo íntegro como persona.
A partir de aquellos socialistas de los Estados Unidos que en 1909
instituyeron, por primera vez, el Día Internacional de la Mujer
(consagrado finalmente el 8 de marzo por la tragedia del llamado
Triángulo de Fuego, el incendio intencional que en 1911 mató a 140
operarias en una fábrica textil de Nueva York), y las luchas de las
europeas por el “pan y la paz” en la vísperas de la Primera Guerra
Mundial, las mujeres hemos recorrido un largo camino. Un camino
más dramático que festivo que incorporó a las mujeres en las
estadísticas, ya que hoy en día servimos para calibrar el desarrollo
social de un país.
Como analfabetas, inmigrantes o mano de obra esclava, medimos en
los países pobres y olvidados la miseria y el atraso. Como científicas,
empresarias, banqueras, políticas y en las fuerzas armadas,
simbolizamos la modernidad en las democracias industrializadas.
A pesar de que en la actualidad muchas mujeres ya gozan de
mayores derechos, todavía falta mucho por hacer, ya que sin
diferencia de raza, religión, cultura, situación económica, social o
política, miles de ellas viven en el maltrato y el menosprecio, porque
no alcanza con las leyes que reglamentan la igualdad si no se
modifican los valores. Más fuerte que los decretos y leyes son
los imperativos culturales, pues, aunque no hay dudas de que nunca
antes como ahora las mujeres podemos ganar nuestro dinero y
recibir aplausos por nuestros logros, seguimos siendo definidas por
la mirada masculina reproduciendo el viejo modelo de ser para el
otro: agradar por temor a ser abandonadas; callar para no molestar
y consentir para no correr el riesgo de errar.
En este siglo XXI que estamos transitando, a pesar de todos
los avances y reconocimientos logrados, todavía no hay un solo país
en la Tierra que no sea sexista, y gran parte de la población mundial
continúa inmersa en los abismos del machismo. Aún hoy las
mujeres sufren discriminación en la educación y en el empleo.
Mundialmente las dos terceras partes del trabajo están en
manos de mujeres que reciben el 10% de los ingresos.
Las mujeres siguen a cargo de la crianza y la educación de los
hijos y de las hijas, del cuidado de los ancianos y enfermos y, sin
embargo, padecen la falta de acceso, o un acceso limitado, a
servicios de salud y otros servicios básicos. No se ha superado
la tasa de mortalidad materna. Muchas mujeres habitan en
viviendas inadecuadas o simplemente carecen de una, a lo que
hay que agregar la norma social imperante de discriminación, que
justifica y refuerza la violencia contra las mujeres fuera y dentro
del hogar, que las relega a ser las más pobres entre
los pobres.
La necesidad de un Día de la Mujer es la confirmación de que
seguimos siendo lo Otro, como lo ajeno y secundario. Es preciso
garantizar que el principio de igualdad no continúe siendo
una mera ilusión. Ojala los hombres aprendan pronto a reconocerse
en nosotras, como nosotras nos hemos reconocido en ellos
durante milenios, porque eso nos hará más libres y más sabios.
Los Derechos Humanos, en sus contextos de igualdad y dignidad
humana, suponen que entre el varón y la mujer no existe diferencia
alguna, ya que nadie es más o menos que el otro. No debe existir
hoy en día ninguna clase de privilegios o poder del varón sobre
la mujer, por el simple hecho de la diferencia de sexos.
Recordemos la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948:
“Artículo 2.1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de
raza, sexo, color…”
“I. No existen las diferencias entre hombres y mujeres:”
La verdadera revolución femenina es su derecho a la felicidad,
sin subordinar sus deseos a las necesidades ajenas, que es la forma
más generosa de ser para los otros, y esto sólo se logra con la
libertad de pensar, de decidir por nosotras mismas, de vivir
con coraje la individualidad de sentirnos Mujer y de saber que
poseemos el don más preciado que Dios nos regaló: ser dadoras
de vida y complemento del varón en su esencia humana.
Recordemos el Génesis:
2:18. Dijo Dios: “No es buenos que el hombre esté solo,
hagámosle una compañera”
¡FELIZ DIA DE LA MUJER!