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General: EL ÁRBOL Y EL HOMBRE
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: VAINICA  (Mensaje original) Enviado: 16/01/2011 17:21
   
   
 
 
 
 
 
 

       

EL ÁRBOL Y EL HOMBRE  

En reiteradas oportunidades, la Torá compara al ser humano con el árbol:

"כי האדם עץ השדה" (דברים כ, 19).

"El hombre es un árbol del campo"

 (Deuteronomio, 20, 19)

 

"כימי העץ ימי עמי" (ישעיהו ס"ה, 22).

"Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo"

  (Isaías, 65, 22)

 

"כעץ שתול על פלגי מים" (ירמיהו י"ז, 8).

"Porque será como un árbol plantado por las aguas"

(Jeremías, 17, 8)

 

      Algunos sostienen que esta comparación estaría dada por la necesidad compartida de los cuatro elementos. Vale decir, al tiempo que el árbol precisa de la tierra, el agua, el aire y el fuego para preservar su existencia, el hombre requiere de estas mismas sustancias, tanto en un sentido material como en una acepción metafórica.

      La tierra constituye para el árbol su alimento y constituye también el espacio para echar sus raíces; los humanos precisan también de una base estable que se realiza en la familia y en la comunidad como espacios de desarrollo de la propia persona, que retoma el pasado y se proyecta hacia el futuro. El agua, vital para el árbol, lo es también para el hombre, a modo de todo aquello que lo hace crecer y prosperar. Respecto del aire, como fuente de oxígeno y dióxido de carbono para la fotosíntesis, en el hombre el aire puede ser concebido como fuerza espiritual: en ivrit, el término נשימה-neshimá–respiración, comparte la raíz con la palabra נשמה-neshamá–alma. Por último, el fuego, concebido como energía solar para el árbol, se entiende como la calidez que protege al hombre y lo acompaña en su ciclo de vida. Nuevamente, la familia y la comunidad auspician como fuente de este elemento, y que puede representarse a partir del siguiente relato talmúdico:

 

Un anciano plantaba un árbol, cuando pasó un joven a su lado y le preguntó: “¿Qué estás plantando?”. “Un algarrobo”, respondió el anciano. “Anciano tonto”, dijo el joven, “¿Acaso no sabes que se necesitan setenta años para que el algarrobo de frutos?”.

“Está bien”, respondió el anciano, “así como otros han plantado para mí, yo estoy plantando para las generaciones futuras”.

*******
(Texto de la red)
           
 
 
 
 
 
 

*Fondo  por Vainica*

 
  


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