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Reflexiones y Poemas: PALMERA DEL DESIERTO
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: VAINICA  (Mensaje original) Enviado: 28/05/2011 14:38

 
 
  
  
 
 
 
 
 

                                              

PALMERA DEL DESIERTO
Palma gentil, del bosque soberana!
¡yergue tu cuello ufana,
que ante tu excelso tronco, la techumbre
de la alta selva apenas es alfombra
do tendida tu sombra
ondula del ocaso a la áurea lumbre!

Sí, que del bosque el secular follaje
te rinda vasallaje,
al par que tú, con trémulos vaivenes,
audaz a la región del trueno subes
para que orlen las nubes
con diáfano cendal tus regias sienes.

 

    

Al desatarse allí tu copa al aire,
¡con qué gentil donaire
el verde encaje mece cada rama!
tal, en brillante fiesta, ondula, juega,
se descoge o repliega
el abanico de andaluza dama.

Y si al hechizo de tu esbelto talle,
desde lejano valle
vuela a pulsar enamorado viento
tus muelles flecos en la noche umbría,
tu copa al cielo envía
himnos de amor en regalado acento.

 

    

De amor sin par; que al són de tu ramaje,
del árabe el linaje
meció feliz su primitiva cuna;
y sólo tú seguístele proscrito
al arenal maldito
donde vaga sin rumbo y sin fortuna;

Do no se ve del matinal rocío
el fúlgido atavío
al sol brillar sobre tus verdes frondas,
ni de sereno lago en la ribera
tu imagen hechicera
oscilar a tu pie bajo las ondas;

    

Do no se escuchan trinos ni el murmullo
de fuentes, ni el arrullo
de palomas, ni brilla flor galana,
verde sembrado ni lozano huerto:
¡sólo tú... y el desierto!
¡el rojo sol... y errante caravana!...

¡El sol! que por centurias hiere en vano
tu ramaje liviano,
porque su rayo, a tu vaivén airoso,
sobre tus hojas fascinado duerme:
¡que la hermosura inerme
siempre el escollo fue del poderoso!

    

¡Allí tu tronco estremecido cruje
del Abrego al empuje,
que la arena levanta en turbia espira,
y tu copa descuella siempre sola,
pabellón que enarbola
el Amor sobre el campo de la Ira!

¿O acaso el Yermo en tiempo primitivo,
al defender altivo
su manto de verdor, luchando en vano
contra el poder que le dejó desnudo,
salvar apenas pudo
ese jirón en su convulsa mano?...

    

¡Ah, sí! ¡Venid, y tras la huella mía
seguidme hasta la ería
llanura sin confín! Con la voltaria
arena por alfombra, con la lumbre
del cielo por techumbre,
entremos en la ardiente y solitaria

región del Exterminio: do triunfante
sobre nube gigante
de raudo polvoroso torbellino,
¡su espectro cruza el ámbito infecundo!...
refléjanse del mundo
la informe cuna y el final destino.

    

Sobre este vasto espejo de la Nada,
donde la luz lanzada
sobre la faz del arenal bravío,
-como del siglo la rebelde ciencia-
¡derrocha su opulencia
en alumbrar la Nada y el Vacío!

Menos traidora, la Tiniebla acata
el pudor, y recata
su estéril seno en negra vestidura:
la luz que a la Esperanza corta el vuelo
es tiniebla sin velo
que audaz se ostenta en desnudez impura!

    

Sí ¡desdichado suelo! tus raudales,
tus nieblas matinales
huyeron, con tu gala verdecida,
tus frutos, tus aromas y tus flores;
y te fueron traidores
aun los gérmenes mismos de la vida!

¡y fue tu mismo sol el incendiario!
el Siroco nefario
que con lúgubre aullido el fuego atiza,
un tiempo el aura fue de tus jardines!
tu arena sin confines
es de tu antigua pompa la ceniza!

    

No el horizonte bástale por fosa,
la ceniza rebosa
del cerco azul por sobre el linde vago,
y el mustio polvo, allí, de humanas greyes
al polvo de los reyes
mezcla el Simún con pavoroso estrago.

Que los reyes que púrpura vistieron,
cetro y vida rindieron
ante el Poder que exalta y que destrona;
mas del frondoso reino la presea,
en cuya sien cimbrea
de trémulo verdor triunfal corona;

    

Esa, que invicta en garbo y esbelteza,
prolífica adereza
reparador manjar en blando nido
que próvida recata en su corona;
la que el óleo sazona
que de la pingüe oliva pone olvido;

esa, que herida en la procera frente,
la vivífica fuente
mana, cuyo raudal emula ufano
la blanca espuma que al nacer el día
exprime en la alquería
de la vaquera la robusta mano;

    

La que opulenta en su collar espacia
con generosa audacia
de cauteladas urnas los turgentes
senos, donde la cándida ambrosía
y el refrigerio cría
para sustento a desvalidas gentes;

La que de frutos mil ostenta opimo
el pródigo racimo,
blasón y prez de su donoso tallo,
no la vida rindió, que su diadema,
al par que regio emblema
tesoro y vida fue para el vasallo.

    

Por eso, aún hoy, allí tu cetro impera,
¡munífica palmera,
honor y timbre de la ardiente zona!
tú conquistaste inmarcesible vida
y reina fuiste ungida
por la mano que exalta y que destrona!

y luego osaste, intrépida y fecunda,
de la tribu errabunda
los destinos seguir hasta el desierto,
y eres del Adüar único amparo
y del oasis faro,
Y en proceloso trance único puerto!

    

Y de tu fronda cuelgas al abrigo,
para rey y mendigo,
con largueza sin par que al mundo asombra,
del dátil redentor el rico enjambre;
que el espectro del hambre
jamás violó el recinto de tu sombra.

¡Jamás!... Cuando el Simún abate el vuelo
y al pavorido suelo
se desploma su inmenso torbellino,
tu copa exhala por la mar de arena,
acentos de sirena
que lejos oye el triste peregrino;

y un grito al columbrarte en lontananza
el peregrino lanza,
bendice a Alá y en su oración te nombra;
Y tú le brindas fruto y dulce ambiente,
Y acaricias su frente,
su tienda y su camello con tu sombra!

      

 Diego Fallon (1834 - 1905)
                       

 

 
 
                    

 

 

    *Fondo por Vainica*   
  


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