A LAS ESTRELLAS
Reina el silencio: fúlgidas en tanto Luces de paz, purísimas estrellas, De la noche feliz lámparas bellas, Bordáis con oro su luctuoso manto.
Duerme el placer, mas vela mi quebranto, Y rompen el silencio mis querellas, Volviendo el eco, unísono con ellas, De aves nocturnas el siniestro canto.
¡Estrellas, cuya luz modesta y pura Del mar duplica el azulado espejo! Si a compasión os mueve la amargura
Del intenso penar por que me quejo, ¿Cómo para aclarar mi noche oscura No tenéis ¡ay! ni un pálido reflejo?
(G. G. de Avellaneda)
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