Carta Pastoral "Día de los abuelos"
El próximo día 26 de este mes, fiesta de San Joaquín
y Santa Ana se va haciendo ya familiar la celebración
del DÍA DE LOS ABUELOS. Fue el Beato Juan Pablo II
quien nos recomendó dedicar esta fecha para honrar
a estas personas tan importantes y queridas en el seno
familiar. Ellos se merecen todo y qué menos que
proporcionarles un día de especial cercanía al año,
contemplar de cerca la viveza de sus ojos cansados
por los años y agradecerles tantos esfuerzos e ilusiones
puestos en sus hijos, nietos y bisnietos.
La entrañable figura de los abuelos forma parte de
nuestros primeros recuerdos en la vida. La imagen del
abuelo y en el abuelo, la de sus nietos es una estampa
imborrable de nuestra historia personal.
Actualmente son cada vez más abuelos y abuelas que
colaboran con el cuidado de sus nietos y, hasta en
ocasiones, hacen las veces de padres. Les cuidan con
el amor que se merecen, les ayudan a descubrir la
vida durante el crecimiento de los primeros años y,
con frecuencia, son sus primeros y mejores
catequistas.
Todos los abuelos, como personas mayores,
necesitan de mucho cariño y comprensión. Son
muchos los que sufren soledad. Apenas si les visitan
sus hijos y esta actitud, cuando la escuchas,
rompe el alma.
¡Cómo agradecen que se les visite desde la parroquia
y se les lleve la Sagrada Comunión a su casa o
Residencia cuando ya no pueden acudir al Templo
parroquial! ¡Qué gran obra de caridad la que, de forma
organizada, les proporciona la Comunidad parroquial
para escucharles, animarles, ayudarles si es
preciso y acercarles el Pan de Vida! “Es el mejor
de los regalos”, me dicen muchos cuando me
acerco a ellos en las Visitas Pastorales. Cuentan
los días de una a otra visita.
Transcribimos las palabras que pronunció el Papa
Juan Pablo II en su Carta a la O.N.U. el año 2002, en
que escribía: “Hace falta que se considere al anciano
en su dignidad de persona, dignidad que no merma
con el pasar de los años y con el deterioro de la
salud física y psíquica. Los ancianos no deben ser
considerados como un peso para la sociedad, sino
como un recurso que puede contribuir a su bienestar”.
Mis queridos abuelos: Muchas felicidades de todos
los diocesanos de Jaén.
Gracias por vuestras vidas, cuidados, sacrificios
y tanto derroche de amor. Lo decimos con el salmista:
“aunque uno viva setenta años, y el más robusto
hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque
pasan aprisa y vuelan” (Sal 90,10), pero las buenas
obras permanecen para siempre.
Con mi recuerdo ante el Señor y bendiciones.
RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ